Auto de los Cuatro Tiempos
de Gil Vicente
Producido por Nao d´amores
Tras un período de hibernación del Auto de los Cuatro Tiempos, la compañía Nao d´amores, bajo la dirección escénica de Ana Zamora y musical de Alicia Lázaro, vuelve a deleitarnos con esta joya teatral de Gil Vicente, el más delicado de los dramaturgos del siglo XVI. Un espacio privilegiado para lo poético, en un universo lleno de ensoñaciones.
El Auto de los Cuatro Tiempos es una pieza religiosa a medio camino entre la moralidad y la alegoría, que nos plantea la idea renacentista de la Armonía Cósmica. A través del ciclo de las estaciones, mediante el Nacimiento de Cristo, se provoca el encuentro de Júpiter con el Rey David, para conciliar las distintas edades mediante las cuales la religión concibe la evolución de la civilización humana. Más allá del complicado análisis de su significado, lo que a nosotros nos fascina de la obra, es el modo en que Gil Vicente sugiere una vía para alcanzar esta conciliación: a través del Amor.
Este ha sido nuestro punto de partida en el planteamiento de una puesta en escena que, articulando diversos medios de expresión teatral (actores, música y títeres), pretende aunar elementos sacros y profanos, para hablar del Amor como principio motor que mantiene el mundo en constante movimiento, y que es origen y centro de la Universal Armonía
UN DELICADO JUGUETE RENACENTISTA
Tras un período de hibernación del Auto de los Cuatro Tiempos, la compañía Nao d´amores, bajo la dirección escénica de Ana Zamora y musical de Alicia Lázaro, vuelve a deleitarnos con esta joya teatral de Gil Vicente, el más delicado de los dramaturgos del siglo XVI. Un espacio privilegiado para lo poético, en un universo lleno de ensoñaciones.
El Auto de los Cuatro Tiempos es una pieza religiosa a medio camino entre la moralidad y la alegoría, que nos plantea la idea renacentista de la Armonía Cósmica. A través del ciclo de las estaciones, mediante el Nacimiento de Cristo, se provoca el encuentro de Júpiter con el Rey David, para conciliar las distintas edades mediante las cuales la religión concibe la evolución de la civilización humana. Más allá del complicado análisis de su significado, lo que a nosotros nos fascina de la obra, es el modo en que Gil Vicente sugiere una vía para alcanzar esta conciliación: a través del Amor.
Este ha sido nuestro punto de partida en el planteamiento de una puesta en escena que, articulando diversos medios de expresión teatral (actores, música y títeres), pretende aunar elementos sacros y profanos, para hablar del Amor como principio motor que mantiene el mundo en constante movimiento, y que es origen y centro de la Universal Armonía.
EL AUTOR: GIL VICENTE
Sobre la vida de Gil Vicente, el mayor dramaturgo portugués y autor de algunas de las mejores piezas castellanas del siglo XVI, escasean los documentos y abundan las hipótesis. A pesar de la laboriosa investigación vicentista dedicada a cuestiones de biografía, ni siquiera ha podido concretarse su cronología (¿1460-1536?) propuesta por Braamcamp Freire, y las especulaciones sobre su lugar de nacimiento siguen siendo tan inciertas como su identidad. Se ha llegado a decir que Gil Vicente no es otra cosa que los textos que llevan su nombre, cuya edición príncipe está constituida por la Copilaçam de todas las obras de Gil Vicente impresa en Lisboa en 1562, muchos años después de la muerte del autor. Sólo sabemos que escribió obras dramáticas que se representaron ante la corte del rey Manuel el Afortunado, que reinó de 1495 a 1521, y la de su hijo Joao III, que le sucedería hasta el año 1557.
Debemos situarnos pues, en pleno Renacimiento peninsular, un período apasionante animado de profundos contrastes, que armoniza pasado y presente manteniendo abierto el cauce de la tradición medieval. Es en este contexto de metamorfosis donde debemos ubicar a Gil Vicente, autor absolutamente experimental, que dramatiza fuentes y materiales de muy distinta procedencia, y que a cada paso se lanza a ensayar fórmulas y combinaciones inusitadas sirviéndose de la tradición para revelar su modernidad. Como señala S. Reckert:
renovación y evolución subyacentes, encubiertas por una superficie formal ilusoriamente estática.
Este es el espacio privilegiado de Gil Vicente: el de la interacción de lo popular y lo culto, escribiendo para un público cortesano pero ligado, más que nadie, a las fuentes populares.
El que Gil Vicente fuera algo así como el dramaturgo oficial de la corte tuvo consecuencias importantes en el contenido de sus piezas. De ahí la inoportunidad de dividir su teatro en obras profanas y religiosas, ya que todo lo que se relaciona con la familia real queda afectado por el papel del monarca como escogido de Dios, vicarius Dei supra terram.
Otra característica fundamental a resaltar, es el hecho de que escribiera indistintamente en las dos lenguas que se hablaban en la corte: portugués y castellano, combinándolas, a menudo, en un mismo villancico o en una misma pieza dramática. No nos encontramos sin embargo ante un hecho aislado, puesto que los principales autores del siglo XVI practicaron el bilingüismo: Francisco de Sá de Miranda, Jorge de Montemayor o Luis Camoens.
A pesar de compartir ámbito histórico con tan grandes autores, Dámaso Alonso se atrevió a calificar al autor que hoy nos ocupa como un auténtico Shakespeare inmaduro y como el más delicado de los dramaturgos del XVI.
EL TEXTO: AUTO DE LOS CUATRO TIEMPOS.
El Auto de los Cuatro Tiempos, es un auto religioso escrito para ser representado en un espacio sagrado, la capilla de Sâo Miguel en el Paço Lisboeta de Alcáçova, formando parte del oficio litúrgico de los maitines de Navidad. Las discrepancias de la crítica sobre la fecha de esta primera representación, aún no han sido resueltas, y debemos suponer que debió realizarse entre 1503 y 1511.
A pesar de las semejanzas que guarda con otros autos de Navidad, el Auto de los Cuatro Tiempos, tanto en las fuentes como en su estructura, se aparta de cualquier tradición dramática anterior o posterior: Según Eugenio Asensio, este auto deriva directamente de un género lírico musical: las Laude, del que proceden, asimismo, las Sacre Representazioni italianas. Lo que está claro es que Gil Vicente combina la escenificación del Laudate y el Benedicte del Oficio Menor de Nuestra Señora rezado en Adviento, con otras fuentes de inspiración, como son la iconografía de las Imago Mundi medievales, la cosmología escolástica de Bartholomaeus Anglicus (De propietatibus rerum), la Homilía de Beda sobre Lucas I, y la Coronación de Juan de Mena. A todo esto habría que añadir además que en el origen de este auto, como en los Triunfos de Invierno y do Verâo, están las celebraciones paganas por la llegada de la Primavera. Toda esta erudición de segunda mano, se combina con una visión primorosa de la naturaleza, donde Gil Vicente se vale de lo tesoros de la poesía de tipo popular peninsular.
Esta obra, destaca sobre otras por su riqueza simbólica, y la correspondencia entre elementos paganos y cristianos. La singularidad del Auto de los Cuatro Tiempos radica en la asociación de Júpiter, máxima divinidad del Olimpo pagano, a la adoración de Cristo el día 25 de diciembre, fecha del nacimiento de un nuevo sol y de un nuevo año en las creencias paganas.
La sustitución de los pastores (tipos realistas) por las estaciones del año (personajes simbólicos) traduce un sentimiento nuevo: la idea renacentista de la armonía cósmica. El principio dialéctico de la discordia concors se dibuja aquí con nitidez: el Niño Jesús, alrededor del cual gira la creación entera, concilia a Júpiter y al Rey David, la Ley Natural y la de Moisés. A través del ciclo de las estaciones, el amor se inserta en la renovación cósmica y es, a la vez, el origen y el centro de la universal armonía.
SINOPSIS
Un serafín, anuncia el nacimiento estelar de Cristo en el universo como hijo de una emperatriz sideral. Las jerarquías angélicas acuden a adorarlo cantando un villancico y, en seguida, aparecen los Cuatro Tiempos. Se adelanta primero el Invierno en figura de pastor, intercalando en su monólogo el canto de otro villancico. La primavera (Verâo) hace lo mismo mientras describe una naturaleza bucólica y recuerda los signos zodiacales que coinciden con la estación. La llegada del Estío, con sus sequías y epidemias de fiebre, provoca la irritación de la Primavera, por lo que se enzarzan en un intercambio de insultos que se aplaca con la entrada del Otoño. Júpiter, representante de los dioses paganos, viene a anunciarles la caída de los ídolos y parten, cantando, a adorar al nuevo Dios. Por fin hace su aparición el rey David, representante de la Antigua Ley, en figura de pastor, que va intercalando en sus ofrendas la lectura de los salmos. Todos los personajes concluyen entonando a coro el Te Deum.
LA MÚSICA
“Un elemento importante en el teatro de Gil Vicente es la música: podemos llegar a decir que el peculiar estilo de este autor se define por el uso del lenguaje poético-musical. Como señalan los estudiosos de su obra, contrariamente a Juan de la Encina, que sólo utiliza sus canciones como cierre de algunas de sus Églogas, en Gil Vicente la música recorre toda su obra y forma parte integrante y activa del drama y del espacio escénico para el que fue concebido su teatro” (M.Morais Antología de Música para o Teatro de Gil Vicente).
La música en Gil Vicente no es sólo el ambiente sonoro que acompaña la acción de la obra, sino que cumple una función escénica. Duplica de forma lírica el discurso teatral, marca entradas y salidas de personajes, y resalta algún aspecto de su personalidad. Impulsa incluso la propia acción dramática, ambientando y alterando el ritmo y la tensión afectiva, o destacando algún momento decisivo del juego dramático. La música, como los títeres usados en el montaje, construye un puente mágico entre el mundo real y el ficticio.
Las partituras originales del teatro vicentino no han llegado hasta nosotros de forma directa. Sólo conocemos la música de aquellas cantigas o vilancetes citados -total o parcialmente- en su obra y que fueron también recogidas en los cancioneros musicales coetáneos. Manuel Morais (op.cit) ha podido recoger 47 poesías musicadas de este modo. En nuestro anterior montaje teatral, el Auto de la Sibila Casandra, ninguna de las cantigas utilizadas, citadas o compuestas por el autor tenía versión musicada en los cancioneros. En el Auto dos Cuatro Tempos, sólo de una de ellas existe una versión anotada en su época: la canción Ay de le noble villa de Paris, recogida en el Cancionero de Palacio (CMP, num.246, Anónimo).
El resto de referencias musicales ha debido pues ser abordadas de forma más colateral. El primer referente ha sido la búsqueda, en los cancioneros musicales de la época, de versos musicados de texto similar, o de acentuación o estructura parecida.
La forma cosaute (repetición encadenada de versos), es usada frecuentemente en las cantigas de Gil Vicente, y es muy habitual también en la música de Juan de la Encina, del que conservamos abundante obra en los cancioneros. Podemos pues intentar la puesta en música de estos cosautes, encajando en la música el ritmo propio de cada poema. El recitado de los textos, con su carácter específico dentro de la obra, nos lleva a encontrar las melodías que surgen de ellos, o que nos sugieren las obras similares, y también la acentuación y el ritmo más adecuados, es decir, el modo de poner en música las obras, con la disposición de voces habitual en la época para los tonos y canciones de teatro. Así hemos llegado a las cantigas de invierno y primavera, Mal haya quien los envuelve y En la huerta nace la rosa. Para el otoño, hemos armonizado y glosado la popular melodía de Amor louco, amor louco, contenida en el Cancionero Musical de la Biblioteca de París, y usado ya por Gil Vicente en el Auto Pastoril Portugués. Pero el Auto de los Cuatro Tiempos contiene obras más específicas, como el himno de los ángeles A ti dino de adorar. A mi colega Pepe Rey debo la pista hacia la canción Adorámoste Señor, del Cancionero de Segovia y también del de Palacio, de estructura similar, y que fue utilizada por Lucas Fernández en el Auto de la Pasión.
La música instrumental, que sin duda estuvo presente en las representaciones de los autos vicentinos, cumple en este montaje una función sugerida por el título de la obra: a cada uno de los cuatro instrumentos corresponde una estación del año. La música que marca su aparición es también una muestra del desarrollo de la música instrumental en el inicio del Renacimiento, momento en que los instrumentos comienzan a independizarse de las voces. En esa época se desarrollan formas como la glosa (adornos o dibujos sobre una melodía, algo parecido a lo que en el siglo XX hizo el jazz con la música vocal afroamericana) y la fantasía, una especie de improvisación contrapuntística, es decir, a varias voces.
Incluimos en este montaje tres glosas (en la introducción, el clave-invierno y en la viola de gamba-otoño) sobre La Spagna, que fue una melodía muy conocida en la época. También oiremos glosas improvisadas por la flauta-primavera , sobre la canción De tous biens playne de Alexandre Agricola, músico flamenco de Felipe el Hermoso, y una Fantasía para la vihuela-estío de Luys Milán, de quien también adaptamos para el estío, el villancico Agora viniesse un viento.
La interpretación en directo, con reproducciones de instrumentos de la época, es un aspecto muy importante en nuestra propuesta. Y no sólo en el aspecto sonoro, sino también como elección estética en el amplio sentido de la palabra.
Las canciones vicentinas nacen ya entonces como un recuerdo, una reminiscencia, de la lengua perdida. En la atmósfera musical del Auto dos Cuatro Tempos se descubre además un sentimiento profundo de la naturaleza, reflejo de un mundo mítico, que establece una relación íntima y profunda entre música y mitología. En nuestro siglo XXI, cuanto más oímos la belleza de las melodías, la variedad de los ritmos, o el color de los instrumentos renacentistas, tanto más descubrimos en ello una existencia latente, secreta o sumergida. Es la punta del iceberg de un mundo perdido, al que aluden intensamente y que asoma, rodeado de silencio, en la música de este Auto.
Alicia Lázaro

EL MONTAJE
Son muchos los autores que han visto en el Auto de los Cuatro Tiempos un ejemplo de auténtico teatro de vanguardia, sin otras reglas que el gusto por la experimentación dramática y lingüística, con una inigualada capacidad para retratar la realidad de los nuevos tiempos. Si el teatro de Gil Vicente ha podido ofrecer tan notable aspecto de modernidad, es porque no revela una dirección única, sino una interrelación de distintas perspectivas, que se combinan y potencian mutuamente. Sólo así, combinando adecuadamente el principio de la variedad con el de la unidad, surgieron esas obras dramáticas, que tienen una significación no sólo nacional, sino también europea y universal.
Consideramos que la múltiple condición artística de Gil Vicente (poeta, dramaturgo, músico, actor, hombre de escena...) hace que su teatro revele un alto sentido integrador, el viejo ideal de los humanistas: arte total en el que no hay rupturas sino continuidades, en la búsqueda hacia la armonía y la perfección. Nuestra propuesta, buscando la fidelidad a estos ideales de partida, se plantea desde la coordinación de diferentes elementos, la música, la interpretación actoral y una gran importancia en la utilización de los títeres como elemento de significación fundamental. Todo ello enfocado desde la idea de la estilización basada en la economía de medios expresivos.
Ante un teatro no regulado por paradigmas realistas rígidos, ni preocupado por anacronismos, en el que dialogan personajes alegóricos, mitológicos y figuras bíblicas, elegimos el teatro de títeres como recurso que acumula todas las inverosimilitudes posibles: el tamaño de los personajes, los materiales de que están hechos, los movimientos que ejecutan, la inmovilidad de sus rasgos y su mirada... nada es verdadero. Partimos de la utilización del títere como instrumento, no como fin en sí mismo. Los títeres no representan al personaje que encarnan porque son el personaje, por el registro limitado de sus gestos, por su incapacidad de reproducir la vida adquieren el poder de evocarla. Como afirma André Charles Gervais en su libro Marionnettes et Marionnettisttes de France: los títeres no traducen, significan.
A la hora de enfrentarnos a un texto complejo, como es el Auto de los Cuatro Tiempos, la utilización de los títeres nos permite situarnos en un código simple, quizá ingenuo, pero a la vez integrador, que nos sitúa en el campo de la metáfora, y que supone un espacio privilegiado para lo poético. Además, creo que hay algo en el propio carácter de la obra, que inconscientemente nos lleva a pensar en los títeres, y que posiblemente tenga que ver con el origen del teatro de muñecos, y su relación con las ceremonias religiosas. Esta referencia nos abre un mundo de enormes posibilidades en la investigación de la relación entre títeres y actores, entre muñecos y manipuladores: dos formas de arte se unen en algo común, con los recursos de unos y otros para contar una historia.
Este es el tercer espectáculo estrenado por Nao d´amores Teatro en un marco incomparable como es el Patio de Fúcares en Almagro. En nuestra línea habitual de trabajo realizamos propuestas que buscan una integración absoluta del espacio escénico-escenográfico con espacios arquitectónicos de valor histórico: patios, iglesias, salas de palacios etc. Se trata de propuestas que luego se adaptan al formato standar tradicional “a la italiana” sin perder su esencia primigenia. Una opción que propone no sólo un viaje en el tiempo a través de la recuperación del texto de un autor del siglo XVI, también la comunión con un espacio coetáneo, reducto superviviente de una época lejana, inmerso en nuestra actualidad del siglo XXI.
Ana Zamora
Versión y Dirección
ANA ZAMORA
Interpretación y Manipulación de Títeres
ELENA RAYOS
DAVID FARACO
Interpretación Musical
ALICIA LÁZARO (Laúd)
EVA JORNET(Flautas)
NATI VERA (Voz)
ISABEL ZAMORA (Clave)
SOFÍA ALEGRE (Viola de Gamba)
ALBA FRESNO (Suplente Viola de Gamba)
Música Original, Arreglos y Dirección Musical
ALICIA LÁZARO
Títeres y Escenografía
DAVID FARACO
Vestuario
DEBORAH MACÍAS
Iluminación
MIGUEL ÁNGEL CAMACHO
Trabajo de Verso
ERNESTO ARIAS
Realización de Vestuario
Mª ÁNGELES MARÍN
Realización de escenografía
DAVID FARACO
DÉBORAH MACÍAS
PROESCEN DIAGONAL 80
Diseño Gráfico
GARA KOAN
Fotografía
IVÁN CASO
FRANCISCO ROMERO
Vídeo promoción
ALEJANDRO SIGÜENZA
Diseño y realización web
GERMÁN HERRANZ
Producción
NAO D´AMORES SL.
Espectáculo subvencionado por:
INAEM, MINISTERIO DE EDUCACIÓN, CULTURA Y DEPORTE CONSEJERÍA DE CULTURA Y TURISMO DE LA JUNTA DE CASTILLA Y LEÓN CONSEJERÍA DE LAS ARTES DE LA COMUNIDAD DE MADRID
Con la colaboración de:
TEATRO DE LA ABADÍA
Agradecimientos:
CORNEJO, EMMA OJEA, FESTIVAL DE ALMAGRO,
NOVIEMBRE CÍA DE TEATRO, EQUIPO DEL TEATRO DE LA ABADÍA
LANZA “La joven directora conquista Almagro”
Julio Yébenes, 25/7/2005
“El montaje resulta de una belleza incomparable tanto por la estética del vestuario de los intérpretes como por las piezas musicales ejecutadas por instrumentos de época, clave, vihuela, flautas y viola de gamba acompañados de la voz de Nati Vera”
LA TRIBUNA DE CIUDAD REAL “Ana Zamora cierra el Festival con éxito”
M. Sierra, 26/7/2004
“La apuesta de Ana Zamora es ante todo arriesgada pues prefiere evitar los textos más fáciles y atractivos de Lope de Vega y Calderón, en favor de un ligeramente olvidado, y menos comprendido, Gil Vicente (...) el resultado final es una pequeña joya.”
“A destacar, sobre todo, la audacia con que Zamora incorpora las marionetas a la puesta en escena, consiguiendo un espectáculo atractivo y curioso a los ojos de los espectadores, poco acostumbrados a ver el teatro de marionetas, como una opción para adultos”
EL ADELANTADO DE SEGOVIA “Como un pequeño diamante”
Manuel Sesma S, 26/7/2004
“Entre tantas opulencias y espectacularidades más o menos retóricas, más o menos apabullantes, surge con brillo propio la propuesta de esta tenaz directora hacia la exquisita simplicidad. Su versión de Auto de los cuatro tiempos de Gil Vicente aporta una intensa sensibilidad. Es la sensibilidad por las esencias, por lo diminuto, por lo sencillo, por la finura estética, por la delicadeza plástica. El resultado es un espectáculo brillante en, múltiples facetas mínimas”
“El espectáculo está plagado de pequeños detalles, de suaves irisaciones diamantinas: la deliciosa música compuesta o arreglada por Alicia Lázaro, la primorosa interpretación musical en vivo (...) y una magnífica intervención actoral”
“Auto de los cuatro tiempos está dentro de este tipo de espectáculos elegantes y minimalistas que reflejan un gusto por lo exquisito y lo íntimo. Es un espectáculo poético y de celebración resuelto con buen gusto y extrema sencillez; es un espectáculo que gusta a las personas con un mínimo de sensibilidad”
LANZA “Un delicado juguete renacentista”
Carmen Ocaña, 1/8/2004
“Ana Zamora, directora del Auto de los cuatro tiempos ha traído a Almagro, un montaje que ni el propio Gil Vicente hubiese imaginado en el mejor de sus sueños.(...) Algo sin duda para aplaudir y mucho, porque detrás de esta propuesta hay un trabajo minucioso y detallado. Música, marionetas, voz, gesto...”
elconfidencial.com “Delicada joya renacentista”
P.S, 24/1/2005
“Pocas veces hay la oportunidad de encontrarse en los escenarios dentro de la programación de la temporada con una obra de la excelencia de ésta. Auto de los cuatro tiempos es sencillamente una exquisita y delicada joya renacentista, rebosante de amor y belleza, conformada por música, verso, interpretación y títeres y basada en una obra de uno de los más grandes y desconocidos dramaturgos del XVI, Gil Vicente”
“Hay que agradecer a la compañía Nao d´amores Teatro, que siga investigando por estos caminos dramatúrgicos tan desconocidos para el público y los profesionales.(...) En realidad, que haya sido posible una “delicatessen” como ésta no se debe más que a la profesionalidad de todos sus responsables. Desde la iluminación, hasta la dirección, pasando por el recitado y la música, todos resultan sobresalientes”
“En resumen, una obra excelente, una pieza llena de armonía, paz y amor, que desprende sensibilidad y un aroma de bienestar inefable, algo muy difícil de encontrar hoy en día, no sólo en los escenarios”
EL NORTE DE CASTILLA “Un festín para los ojos y los oídos”
José A. Gómez Municio, 16/1/2005
“Todos vimos con asombro la sutileza con la que Ana Zamora crea de la nada una máquina de arte que conjuga con precisión de relojero piezas de diamante hechas de música, luces, palabras y espacios”
“El carácter metafísico del títere, antropomorfo y objeto, vivo y muerto a la vez, quedaba en el montaje de Zamora traspasado por la música de Alicia Lázaro, soberbia, sin que en algunos momentos se supiera cuál era cuál, música o palabra. (...) El montaje de Ana Zamora era como una esfera armilar brillando en medio de la noche de los tiempos, lanzando destellos que vienen del pasado y que se proyectan hacia el futuro porque están fuera de los relojes”
EL CULTURAL (EL MUNDO) “Humanismo terreno y conmovedor”
Javier Villán, 20/1/2005
“La complicidad y el encuentro entre Gil Vicente y Ana Zamora, ha producido una forma de ver y de hacer teatro verdaderamente encomiable: armonía, belleza, fragilidad transparente.”
“Dulzura del lenguaje, dulzura de una música que adquiere verdadera entidad dramática a través de las flautas, la viola de gamba, el laúd o el clave. Es un delicado mecanismo de relojería que conduce a la belleza total”
EL PUNTO DE LAS ARTES , “Auto de los cuatro tiempos: una gran medicina para nuestro siglo”
Víctor Burell, 21/1/2005
“Una medicina que necesitábamos. Un milagro sanador las palabras de Gil Vicente traducidas en teatro por el talento de Ana Zamora, siempre a través de un corazón que piensa o de un pensamiento que tiene corazón, que mezclando cuatro soberbios títeres, iguales pero distintos, con actores y cantantes, desempolva un siglo que no deberíamos haber olvidado porque fue el último de nuestro esplendor humanista. Mis agradecimientos y mi admiración a Nao d´amores Teatro”
EL NORTE DE CASTILLA “Con respeto pero sin miedo”
Angélica Tanarro, 23/1/2005
“De repente, entre musicales, dudosas actualizaciones de clásicos y secuelas del club de la comedia, aparece en escena una de esas piezas aparentemente pequeñas, aparentemente sencillas, aparentemente silenciosas”
“Fluye el verso de forma natural (¡es posible!) como fluye la música y el resto de los elementos del espectáculo sin que ninguno parezca impostado. (...) Aquí el riesgo se supera con autenticidad. Una delicia.”
LA RAZÓN “Namorados de la Nao”
Miguel Ayanz, 24/1/2005
“Cómo no estarlo, de esta miniatura suiza, de esta casita de muñecas barroca, de este antiguo códex escrito en letras de oro. Cómo no estarlo de esta delicia escénica (...) buen gusto y sensibilidad podrían resumir lo que es este Auto de los Cuatro Tiempos”
“Lejos de los exhibicionismos habituales, Zamora apuesta por el susurro, por el clásico desconocido y el texto para paladares hechos a las rarezas. Y con ella una joven compañía que invita a viajar con cada función. Esta Nao d´amores es, en definitiva, una nave en la que merece la pena embarcarse”
BLANCO Y NEGRO CULTURAL (ABC) “Un privilegio, un pequeño festín”
Luciano García Lorenzo, 29/1/2005
“(...) Volar a un mundo que nada tiene que ver con el día a día de la crispación, del miedo y de la violencia, de la corrupción y de la amenaza... Teatro, puro teatro; teatro para la abierta sonrisa, para el disfrute de los sentidos, para la ingenuidad y el guiño picaresco, para la inocente pulla y la leve caricia”
EL ADELANTADO DE SEGOVIA “Crisol de fino metal”
Manuel Sesma S, 8/3/2005
“Magia, liturgia, belleza plástica y recreación histórica de un hermoso texto de Gil Vicente; el espectáculo consiguió un fino metal gracias a una música exquisita de Alicia Lázaro y a un conjunto magnífico de intérpretes, tanto musicales como actorales dirigidos con suavidad por Ana Zamora. Felicidades”
EL NORTE DE CASTILLA, “Función de capilla”
Alfonso Arribas, 8/3/2005
“Comercial es el último adjetivo que admite esta adaptación del autor de cabecera de la directora segoviana. Hasta tal punto llega el compromiso de Ana Zamora con el autor portugués, que puede parecer un encargo de ultratumba, una petición expresa para que su obra, reluzca en los escenarios cinco siglos después a través de una mirada inteligente, respetuosa y capaz.”
“Quien pretendiera asimilar un texto unidireccional se equivocó de hora y de lugar. El Auto de los cuatro tiempos es como esos pasteles que se disfrutan sin preguntarse de qué están hechos, o como las poesías que nos conducen a terrenos poco visitados pero sin duda placenteros”
LA CALLE MAYOR, “Y nos queda un eco de algo vivido... o soñado”
Carmen Montero, 16/04/2005
“Bajo la magia arquitectónica del Corral de Comedias de Alcalá, (...) instalados en una iluminación de ensueño, hemos presenciado una interesante diversidad de manifestaciones artísticas, música, teatro y títeres, tríptico perfectamente integrado a través del hilo conductor de la delicadeza y el lirismo a los que Nao d´amores nos va acostumbrando y que nos sumergen en una ambiente cortesano y refinado -hasta el bellísimo vestuario- que roza lo quimérico e incluso lo soñado”
DIARIO DE NAVARRA, “Una caja de música”
Pedro Zabala, 31/07/2005
“Resultaría difícil encontrar una nota disonante en esta caja de música. Todo en el Auto de los cuatro tiempos está concebido con una imaginación y un gusto encomiables y ejecutado con exactitud milimétrica. Puede empezarse por el manejo de los títeres, no sólo impecable desde un punto de vista técnico, sino interesante además por su utilización dramática (...). La música, tanto en su elección como en su adaptación al espectáculo, constituye otro de los puntos fuertes de la obra, apuntalado por una brillante interpretación. (...) Esmerado trabajo de dirección, que podemos extender asimismo a la iluminación, el vestuario, el movimiento de los actores, a la ocupación del espacio y, sería un pecado olvidarlo, al modo de recitar el verso. Un trabajo que rezuma cariño por un autor y por una concepción del teatro. Que sigan dándole cuerda a esta caja de música”
INTRODUCCIÓN
Tras un período de hibernación del Auto de los Cuatro Tiempos, la compañía Nao d´amores, bajo la dirección escénica de Ana Zamora y musical de Alicia Lázaro, vuelve a deleitarnos con esta joya teatral de Gil Vicente, el más delicado de los dramaturgos del siglo XVI. Un espacio privilegiado para lo poético, en un universo lleno de ensoñaciones.
El Auto de los Cuatro Tiempos es una pieza religiosa a medio camino entre la moralidad y la alegoría, que nos plantea la idea renacentista de la Armonía Cósmica. A través del ciclo de las estaciones, mediante el Nacimiento de Cristo, se provoca el encuentro de Júpiter con el Rey David, para conciliar las distintas edades mediante las cuales la religión concibe la evolución de la civilización humana. Más allá del complicado análisis de su significado, lo que a nosotros nos fascina de la obra, es el modo en que Gil Vicente sugiere una vía para alcanzar esta conciliación: a través del Amor.
Este ha sido nuestro punto de partida en el planteamiento de una puesta en escena que, articulando diversos medios de expresión teatral (actores, música y títeres), pretende aunar elementos sacros y profanos, para hablar del Amor como principio motor que mantiene el mundo en constante movimiento, y que es origen y centro de la Universal Armonía
DOSSIER
UN DELICADO JUGUETE RENACENTISTA
Tras un período de hibernación del Auto de los Cuatro Tiempos, la compañía Nao d´amores, bajo la dirección escénica de Ana Zamora y musical de Alicia Lázaro, vuelve a deleitarnos con esta joya teatral de Gil Vicente, el más delicado de los dramaturgos del siglo XVI. Un espacio privilegiado para lo poético, en un universo lleno de ensoñaciones.
El Auto de los Cuatro Tiempos es una pieza religiosa a medio camino entre la moralidad y la alegoría, que nos plantea la idea renacentista de la Armonía Cósmica. A través del ciclo de las estaciones, mediante el Nacimiento de Cristo, se provoca el encuentro de Júpiter con el Rey David, para conciliar las distintas edades mediante las cuales la religión concibe la evolución de la civilización humana. Más allá del complicado análisis de su significado, lo que a nosotros nos fascina de la obra, es el modo en que Gil Vicente sugiere una vía para alcanzar esta conciliación: a través del Amor.
Este ha sido nuestro punto de partida en el planteamiento de una puesta en escena que, articulando diversos medios de expresión teatral (actores, música y títeres), pretende aunar elementos sacros y profanos, para hablar del Amor como principio motor que mantiene el mundo en constante movimiento, y que es origen y centro de la Universal Armonía.
EL AUTOR: GIL VICENTE
Sobre la vida de Gil Vicente, el mayor dramaturgo portugués y autor de algunas de las mejores piezas castellanas del siglo XVI, escasean los documentos y abundan las hipótesis. A pesar de la laboriosa investigación vicentista dedicada a cuestiones de biografía, ni siquiera ha podido concretarse su cronología (¿1460-1536?) propuesta por Braamcamp Freire, y las especulaciones sobre su lugar de nacimiento siguen siendo tan inciertas como su identidad. Se ha llegado a decir que Gil Vicente no es otra cosa que los textos que llevan su nombre, cuya edición príncipe está constituida por la Copilaçam de todas las obras de Gil Vicente impresa en Lisboa en 1562, muchos años después de la muerte del autor. Sólo sabemos que escribió obras dramáticas que se representaron ante la corte del rey Manuel el Afortunado, que reinó de 1495 a 1521, y la de su hijo Joao III, que le sucedería hasta el año 1557.
Debemos situarnos pues, en pleno Renacimiento peninsular, un período apasionante animado de profundos contrastes, que armoniza pasado y presente manteniendo abierto el cauce de la tradición medieval. Es en este contexto de metamorfosis donde debemos ubicar a Gil Vicente, autor absolutamente experimental, que dramatiza fuentes y materiales de muy distinta procedencia, y que a cada paso se lanza a ensayar fórmulas y combinaciones inusitadas sirviéndose de la tradición para revelar su modernidad. Como señala S. Reckert:
renovación y evolución subyacentes, encubiertas por una superficie formal ilusoriamente estática.
Este es el espacio privilegiado de Gil Vicente: el de la interacción de lo popular y lo culto, escribiendo para un público cortesano pero ligado, más que nadie, a las fuentes populares.
El que Gil Vicente fuera algo así como el dramaturgo oficial de la corte tuvo consecuencias importantes en el contenido de sus piezas. De ahí la inoportunidad de dividir su teatro en obras profanas y religiosas, ya que todo lo que se relaciona con la familia real queda afectado por el papel del monarca como escogido de Dios, vicarius Dei supra terram.
Otra característica fundamental a resaltar, es el hecho de que escribiera indistintamente en las dos lenguas que se hablaban en la corte: portugués y castellano, combinándolas, a menudo, en un mismo villancico o en una misma pieza dramática. No nos encontramos sin embargo ante un hecho aislado, puesto que los principales autores del siglo XVI practicaron el bilingüismo: Francisco de Sá de Miranda, Jorge de Montemayor o Luis Camoens.
A pesar de compartir ámbito histórico con tan grandes autores, Dámaso Alonso se atrevió a calificar al autor que hoy nos ocupa como un auténtico Shakespeare inmaduro y como el más delicado de los dramaturgos del XVI.
EL TEXTO: AUTO DE LOS CUATRO TIEMPOS.
El Auto de los Cuatro Tiempos, es un auto religioso escrito para ser representado en un espacio sagrado, la capilla de Sâo Miguel en el Paço Lisboeta de Alcáçova, formando parte del oficio litúrgico de los maitines de Navidad. Las discrepancias de la crítica sobre la fecha de esta primera representación, aún no han sido resueltas, y debemos suponer que debió realizarse entre 1503 y 1511.
A pesar de las semejanzas que guarda con otros autos de Navidad, el Auto de los Cuatro Tiempos, tanto en las fuentes como en su estructura, se aparta de cualquier tradición dramática anterior o posterior: Según Eugenio Asensio, este auto deriva directamente de un género lírico musical: las Laude, del que proceden, asimismo, las Sacre Representazioni italianas. Lo que está claro es que Gil Vicente combina la escenificación del Laudate y el Benedicte del Oficio Menor de Nuestra Señora rezado en Adviento, con otras fuentes de inspiración, como son la iconografía de las Imago Mundi medievales, la cosmología escolástica de Bartholomaeus Anglicus (De propietatibus rerum), la Homilía de Beda sobre Lucas I, y la Coronación de Juan de Mena. A todo esto habría que añadir además que en el origen de este auto, como en los Triunfos de Invierno y do Verâo, están las celebraciones paganas por la llegada de la Primavera. Toda esta erudición de segunda mano, se combina con una visión primorosa de la naturaleza, donde Gil Vicente se vale de lo tesoros de la poesía de tipo popular peninsular.
Esta obra, destaca sobre otras por su riqueza simbólica, y la correspondencia entre elementos paganos y cristianos. La singularidad del Auto de los Cuatro Tiempos radica en la asociación de Júpiter, máxima divinidad del Olimpo pagano, a la adoración de Cristo el día 25 de diciembre, fecha del nacimiento de un nuevo sol y de un nuevo año en las creencias paganas.
La sustitución de los pastores (tipos realistas) por las estaciones del año (personajes simbólicos) traduce un sentimiento nuevo: la idea renacentista de la armonía cósmica. El principio dialéctico de la discordia concors se dibuja aquí con nitidez: el Niño Jesús, alrededor del cual gira la creación entera, concilia a Júpiter y al Rey David, la Ley Natural y la de Moisés. A través del ciclo de las estaciones, el amor se inserta en la renovación cósmica y es, a la vez, el origen y el centro de la universal armonía.
SINOPSIS
Un serafín, anuncia el nacimiento estelar de Cristo en el universo como hijo de una emperatriz sideral. Las jerarquías angélicas acuden a adorarlo cantando un villancico y, en seguida, aparecen los Cuatro Tiempos. Se adelanta primero el Invierno en figura de pastor, intercalando en su monólogo el canto de otro villancico. La primavera (Verâo) hace lo mismo mientras describe una naturaleza bucólica y recuerda los signos zodiacales que coinciden con la estación. La llegada del Estío, con sus sequías y epidemias de fiebre, provoca la irritación de la Primavera, por lo que se enzarzan en un intercambio de insultos que se aplaca con la entrada del Otoño. Júpiter, representante de los dioses paganos, viene a anunciarles la caída de los ídolos y parten, cantando, a adorar al nuevo Dios. Por fin hace su aparición el rey David, representante de la Antigua Ley, en figura de pastor, que va intercalando en sus ofrendas la lectura de los salmos. Todos los personajes concluyen entonando a coro el Te Deum.
LA MÚSICA
“Un elemento importante en el teatro de Gil Vicente es la música: podemos llegar a decir que el peculiar estilo de este autor se define por el uso del lenguaje poético-musical. Como señalan los estudiosos de su obra, contrariamente a Juan de la Encina, que sólo utiliza sus canciones como cierre de algunas de sus Églogas, en Gil Vicente la música recorre toda su obra y forma parte integrante y activa del drama y del espacio escénico para el que fue concebido su teatro” (M.Morais Antología de Música para o Teatro de Gil Vicente).
La música en Gil Vicente no es sólo el ambiente sonoro que acompaña la acción de la obra, sino que cumple una función escénica. Duplica de forma lírica el discurso teatral, marca entradas y salidas de personajes, y resalta algún aspecto de su personalidad. Impulsa incluso la propia acción dramática, ambientando y alterando el ritmo y la tensión afectiva, o destacando algún momento decisivo del juego dramático. La música, como los títeres usados en el montaje, construye un puente mágico entre el mundo real y el ficticio.
Las partituras originales del teatro vicentino no han llegado hasta nosotros de forma directa. Sólo conocemos la música de aquellas cantigas o vilancetes citados -total o parcialmente- en su obra y que fueron también recogidas en los cancioneros musicales coetáneos. Manuel Morais (op.cit) ha podido recoger 47 poesías musicadas de este modo. En nuestro anterior montaje teatral, el Auto de la Sibila Casandra, ninguna de las cantigas utilizadas, citadas o compuestas por el autor tenía versión musicada en los cancioneros. En el Auto dos Cuatro Tempos, sólo de una de ellas existe una versión anotada en su época: la canción Ay de le noble villa de Paris, recogida en el Cancionero de Palacio (CMP, num.246, Anónimo).
El resto de referencias musicales ha debido pues ser abordadas de forma más colateral. El primer referente ha sido la búsqueda, en los cancioneros musicales de la época, de versos musicados de texto similar, o de acentuación o estructura parecida.
La forma cosaute (repetición encadenada de versos), es usada frecuentemente en las cantigas de Gil Vicente, y es muy habitual también en la música de Juan de la Encina, del que conservamos abundante obra en los cancioneros. Podemos pues intentar la puesta en música de estos cosautes, encajando en la música el ritmo propio de cada poema. El recitado de los textos, con su carácter específico dentro de la obra, nos lleva a encontrar las melodías que surgen de ellos, o que nos sugieren las obras similares, y también la acentuación y el ritmo más adecuados, es decir, el modo de poner en música las obras, con la disposición de voces habitual en la época para los tonos y canciones de teatro. Así hemos llegado a las cantigas de invierno y primavera, Mal haya quien los envuelve y En la huerta nace la rosa. Para el otoño, hemos armonizado y glosado la popular melodía de Amor louco, amor louco, contenida en el Cancionero Musical de la Biblioteca de París, y usado ya por Gil Vicente en el Auto Pastoril Portugués. Pero el Auto de los Cuatro Tiempos contiene obras más específicas, como el himno de los ángeles A ti dino de adorar. A mi colega Pepe Rey debo la pista hacia la canción Adorámoste Señor, del Cancionero de Segovia y también del de Palacio, de estructura similar, y que fue utilizada por Lucas Fernández en el Auto de la Pasión.
La música instrumental, que sin duda estuvo presente en las representaciones de los autos vicentinos, cumple en este montaje una función sugerida por el título de la obra: a cada uno de los cuatro instrumentos corresponde una estación del año. La música que marca su aparición es también una muestra del desarrollo de la música instrumental en el inicio del Renacimiento, momento en que los instrumentos comienzan a independizarse de las voces. En esa época se desarrollan formas como la glosa (adornos o dibujos sobre una melodía, algo parecido a lo que en el siglo XX hizo el jazz con la música vocal afroamericana) y la fantasía, una especie de improvisación contrapuntística, es decir, a varias voces.
Incluimos en este montaje tres glosas (en la introducción, el clave-invierno y en la viola de gamba-otoño) sobre La Spagna, que fue una melodía muy conocida en la época. También oiremos glosas improvisadas por la flauta-primavera , sobre la canción De tous biens playne de Alexandre Agricola, músico flamenco de Felipe el Hermoso, y una Fantasía para la vihuela-estío de Luys Milán, de quien también adaptamos para el estío, el villancico Agora viniesse un viento.
La interpretación en directo, con reproducciones de instrumentos de la época, es un aspecto muy importante en nuestra propuesta. Y no sólo en el aspecto sonoro, sino también como elección estética en el amplio sentido de la palabra.
Las canciones vicentinas nacen ya entonces como un recuerdo, una reminiscencia, de la lengua perdida. En la atmósfera musical del Auto dos Cuatro Tempos se descubre además un sentimiento profundo de la naturaleza, reflejo de un mundo mítico, que establece una relación íntima y profunda entre música y mitología. En nuestro siglo XXI, cuanto más oímos la belleza de las melodías, la variedad de los ritmos, o el color de los instrumentos renacentistas, tanto más descubrimos en ello una existencia latente, secreta o sumergida. Es la punta del iceberg de un mundo perdido, al que aluden intensamente y que asoma, rodeado de silencio, en la música de este Auto.
Alicia Lázaro

EL MONTAJE
Son muchos los autores que han visto en el Auto de los Cuatro Tiempos un ejemplo de auténtico teatro de vanguardia, sin otras reglas que el gusto por la experimentación dramática y lingüística, con una inigualada capacidad para retratar la realidad de los nuevos tiempos. Si el teatro de Gil Vicente ha podido ofrecer tan notable aspecto de modernidad, es porque no revela una dirección única, sino una interrelación de distintas perspectivas, que se combinan y potencian mutuamente. Sólo así, combinando adecuadamente el principio de la variedad con el de la unidad, surgieron esas obras dramáticas, que tienen una significación no sólo nacional, sino también europea y universal.
Consideramos que la múltiple condición artística de Gil Vicente (poeta, dramaturgo, músico, actor, hombre de escena...) hace que su teatro revele un alto sentido integrador, el viejo ideal de los humanistas: arte total en el que no hay rupturas sino continuidades, en la búsqueda hacia la armonía y la perfección. Nuestra propuesta, buscando la fidelidad a estos ideales de partida, se plantea desde la coordinación de diferentes elementos, la música, la interpretación actoral y una gran importancia en la utilización de los títeres como elemento de significación fundamental. Todo ello enfocado desde la idea de la estilización basada en la economía de medios expresivos.
Ante un teatro no regulado por paradigmas realistas rígidos, ni preocupado por anacronismos, en el que dialogan personajes alegóricos, mitológicos y figuras bíblicas, elegimos el teatro de títeres como recurso que acumula todas las inverosimilitudes posibles: el tamaño de los personajes, los materiales de que están hechos, los movimientos que ejecutan, la inmovilidad de sus rasgos y su mirada... nada es verdadero. Partimos de la utilización del títere como instrumento, no como fin en sí mismo. Los títeres no representan al personaje que encarnan porque son el personaje, por el registro limitado de sus gestos, por su incapacidad de reproducir la vida adquieren el poder de evocarla. Como afirma André Charles Gervais en su libro Marionnettes et Marionnettisttes de France: los títeres no traducen, significan.
A la hora de enfrentarnos a un texto complejo, como es el Auto de los Cuatro Tiempos, la utilización de los títeres nos permite situarnos en un código simple, quizá ingenuo, pero a la vez integrador, que nos sitúa en el campo de la metáfora, y que supone un espacio privilegiado para lo poético. Además, creo que hay algo en el propio carácter de la obra, que inconscientemente nos lleva a pensar en los títeres, y que posiblemente tenga que ver con el origen del teatro de muñecos, y su relación con las ceremonias religiosas. Esta referencia nos abre un mundo de enormes posibilidades en la investigación de la relación entre títeres y actores, entre muñecos y manipuladores: dos formas de arte se unen en algo común, con los recursos de unos y otros para contar una historia.
Este es el tercer espectáculo estrenado por Nao d´amores Teatro en un marco incomparable como es el Patio de Fúcares en Almagro. En nuestra línea habitual de trabajo realizamos propuestas que buscan una integración absoluta del espacio escénico-escenográfico con espacios arquitectónicos de valor histórico: patios, iglesias, salas de palacios etc. Se trata de propuestas que luego se adaptan al formato standar tradicional “a la italiana” sin perder su esencia primigenia. Una opción que propone no sólo un viaje en el tiempo a través de la recuperación del texto de un autor del siglo XVI, también la comunión con un espacio coetáneo, reducto superviviente de una época lejana, inmerso en nuestra actualidad del siglo XXI.
Ana Zamora
FICHA ARTÍSTICA
Versión y Dirección
ANA ZAMORA
Interpretación y Manipulación de Títeres
ELENA RAYOS
DAVID FARACO
Interpretación Musical
ALICIA LÁZARO (Laúd)
EVA JORNET(Flautas)
NATI VERA (Voz)
ISABEL ZAMORA (Clave)
SOFÍA ALEGRE (Viola de Gamba)
ALBA FRESNO (Suplente Viola de Gamba)
Música Original, Arreglos y Dirección Musical
ALICIA LÁZARO
Títeres y Escenografía
DAVID FARACO
Vestuario
DEBORAH MACÍAS
Iluminación
MIGUEL ÁNGEL CAMACHO
Trabajo de Verso
ERNESTO ARIAS
Realización de Vestuario
Mª ÁNGELES MARÍN
Realización de escenografía
DAVID FARACO
DÉBORAH MACÍAS
PROESCEN DIAGONAL 80
Diseño Gráfico
GARA KOAN
Fotografía
IVÁN CASO
FRANCISCO ROMERO
Vídeo promoción
ALEJANDRO SIGÜENZA
Diseño y realización web
GERMÁN HERRANZ
Producción
NAO D´AMORES SL.
Espectáculo subvencionado por:
INAEM, MINISTERIO DE EDUCACIÓN, CULTURA Y DEPORTE CONSEJERÍA DE CULTURA Y TURISMO DE LA JUNTA DE CASTILLA Y LEÓN CONSEJERÍA DE LAS ARTES DE LA COMUNIDAD DE MADRID
Con la colaboración de:
TEATRO DE LA ABADÍA
Agradecimientos:
CORNEJO, EMMA OJEA, FESTIVAL DE ALMAGRO,
NOVIEMBRE CÍA DE TEATRO, EQUIPO DEL TEATRO DE LA ABADÍA
PRENSA
LANZA “La joven directora conquista Almagro”
Julio Yébenes, 25/7/2005
“El montaje resulta de una belleza incomparable tanto por la estética del vestuario de los intérpretes como por las piezas musicales ejecutadas por instrumentos de época, clave, vihuela, flautas y viola de gamba acompañados de la voz de Nati Vera”
LA TRIBUNA DE CIUDAD REAL “Ana Zamora cierra el Festival con éxito”
M. Sierra, 26/7/2004
“La apuesta de Ana Zamora es ante todo arriesgada pues prefiere evitar los textos más fáciles y atractivos de Lope de Vega y Calderón, en favor de un ligeramente olvidado, y menos comprendido, Gil Vicente (...) el resultado final es una pequeña joya.”
“A destacar, sobre todo, la audacia con que Zamora incorpora las marionetas a la puesta en escena, consiguiendo un espectáculo atractivo y curioso a los ojos de los espectadores, poco acostumbrados a ver el teatro de marionetas, como una opción para adultos”
EL ADELANTADO DE SEGOVIA “Como un pequeño diamante”
Manuel Sesma S, 26/7/2004
“Entre tantas opulencias y espectacularidades más o menos retóricas, más o menos apabullantes, surge con brillo propio la propuesta de esta tenaz directora hacia la exquisita simplicidad. Su versión de Auto de los cuatro tiempos de Gil Vicente aporta una intensa sensibilidad. Es la sensibilidad por las esencias, por lo diminuto, por lo sencillo, por la finura estética, por la delicadeza plástica. El resultado es un espectáculo brillante en, múltiples facetas mínimas”
“El espectáculo está plagado de pequeños detalles, de suaves irisaciones diamantinas: la deliciosa música compuesta o arreglada por Alicia Lázaro, la primorosa interpretación musical en vivo (...) y una magnífica intervención actoral”
“Auto de los cuatro tiempos está dentro de este tipo de espectáculos elegantes y minimalistas que reflejan un gusto por lo exquisito y lo íntimo. Es un espectáculo poético y de celebración resuelto con buen gusto y extrema sencillez; es un espectáculo que gusta a las personas con un mínimo de sensibilidad”
LANZA “Un delicado juguete renacentista”
Carmen Ocaña, 1/8/2004
“Ana Zamora, directora del Auto de los cuatro tiempos ha traído a Almagro, un montaje que ni el propio Gil Vicente hubiese imaginado en el mejor de sus sueños.(...) Algo sin duda para aplaudir y mucho, porque detrás de esta propuesta hay un trabajo minucioso y detallado. Música, marionetas, voz, gesto...”
elconfidencial.com “Delicada joya renacentista”
P.S, 24/1/2005
“Pocas veces hay la oportunidad de encontrarse en los escenarios dentro de la programación de la temporada con una obra de la excelencia de ésta. Auto de los cuatro tiempos es sencillamente una exquisita y delicada joya renacentista, rebosante de amor y belleza, conformada por música, verso, interpretación y títeres y basada en una obra de uno de los más grandes y desconocidos dramaturgos del XVI, Gil Vicente”
“Hay que agradecer a la compañía Nao d´amores Teatro, que siga investigando por estos caminos dramatúrgicos tan desconocidos para el público y los profesionales.(...) En realidad, que haya sido posible una “delicatessen” como ésta no se debe más que a la profesionalidad de todos sus responsables. Desde la iluminación, hasta la dirección, pasando por el recitado y la música, todos resultan sobresalientes”
“En resumen, una obra excelente, una pieza llena de armonía, paz y amor, que desprende sensibilidad y un aroma de bienestar inefable, algo muy difícil de encontrar hoy en día, no sólo en los escenarios”
EL NORTE DE CASTILLA “Un festín para los ojos y los oídos”
José A. Gómez Municio, 16/1/2005
“Todos vimos con asombro la sutileza con la que Ana Zamora crea de la nada una máquina de arte que conjuga con precisión de relojero piezas de diamante hechas de música, luces, palabras y espacios”
“El carácter metafísico del títere, antropomorfo y objeto, vivo y muerto a la vez, quedaba en el montaje de Zamora traspasado por la música de Alicia Lázaro, soberbia, sin que en algunos momentos se supiera cuál era cuál, música o palabra. (...) El montaje de Ana Zamora era como una esfera armilar brillando en medio de la noche de los tiempos, lanzando destellos que vienen del pasado y que se proyectan hacia el futuro porque están fuera de los relojes”
EL CULTURAL (EL MUNDO) “Humanismo terreno y conmovedor”
Javier Villán, 20/1/2005
“La complicidad y el encuentro entre Gil Vicente y Ana Zamora, ha producido una forma de ver y de hacer teatro verdaderamente encomiable: armonía, belleza, fragilidad transparente.”
“Dulzura del lenguaje, dulzura de una música que adquiere verdadera entidad dramática a través de las flautas, la viola de gamba, el laúd o el clave. Es un delicado mecanismo de relojería que conduce a la belleza total”
EL PUNTO DE LAS ARTES , “Auto de los cuatro tiempos: una gran medicina para nuestro siglo”
Víctor Burell, 21/1/2005
“Una medicina que necesitábamos. Un milagro sanador las palabras de Gil Vicente traducidas en teatro por el talento de Ana Zamora, siempre a través de un corazón que piensa o de un pensamiento que tiene corazón, que mezclando cuatro soberbios títeres, iguales pero distintos, con actores y cantantes, desempolva un siglo que no deberíamos haber olvidado porque fue el último de nuestro esplendor humanista. Mis agradecimientos y mi admiración a Nao d´amores Teatro”
EL NORTE DE CASTILLA “Con respeto pero sin miedo”
Angélica Tanarro, 23/1/2005
“De repente, entre musicales, dudosas actualizaciones de clásicos y secuelas del club de la comedia, aparece en escena una de esas piezas aparentemente pequeñas, aparentemente sencillas, aparentemente silenciosas”
“Fluye el verso de forma natural (¡es posible!) como fluye la música y el resto de los elementos del espectáculo sin que ninguno parezca impostado. (...) Aquí el riesgo se supera con autenticidad. Una delicia.”
LA RAZÓN “Namorados de la Nao”
Miguel Ayanz, 24/1/2005
“Cómo no estarlo, de esta miniatura suiza, de esta casita de muñecas barroca, de este antiguo códex escrito en letras de oro. Cómo no estarlo de esta delicia escénica (...) buen gusto y sensibilidad podrían resumir lo que es este Auto de los Cuatro Tiempos”
“Lejos de los exhibicionismos habituales, Zamora apuesta por el susurro, por el clásico desconocido y el texto para paladares hechos a las rarezas. Y con ella una joven compañía que invita a viajar con cada función. Esta Nao d´amores es, en definitiva, una nave en la que merece la pena embarcarse”
BLANCO Y NEGRO CULTURAL (ABC) “Un privilegio, un pequeño festín”
Luciano García Lorenzo, 29/1/2005
“(...) Volar a un mundo que nada tiene que ver con el día a día de la crispación, del miedo y de la violencia, de la corrupción y de la amenaza... Teatro, puro teatro; teatro para la abierta sonrisa, para el disfrute de los sentidos, para la ingenuidad y el guiño picaresco, para la inocente pulla y la leve caricia”
EL ADELANTADO DE SEGOVIA “Crisol de fino metal”
Manuel Sesma S, 8/3/2005
“Magia, liturgia, belleza plástica y recreación histórica de un hermoso texto de Gil Vicente; el espectáculo consiguió un fino metal gracias a una música exquisita de Alicia Lázaro y a un conjunto magnífico de intérpretes, tanto musicales como actorales dirigidos con suavidad por Ana Zamora. Felicidades”
EL NORTE DE CASTILLA, “Función de capilla”
Alfonso Arribas, 8/3/2005
“Comercial es el último adjetivo que admite esta adaptación del autor de cabecera de la directora segoviana. Hasta tal punto llega el compromiso de Ana Zamora con el autor portugués, que puede parecer un encargo de ultratumba, una petición expresa para que su obra, reluzca en los escenarios cinco siglos después a través de una mirada inteligente, respetuosa y capaz.”
“Quien pretendiera asimilar un texto unidireccional se equivocó de hora y de lugar. El Auto de los cuatro tiempos es como esos pasteles que se disfrutan sin preguntarse de qué están hechos, o como las poesías que nos conducen a terrenos poco visitados pero sin duda placenteros”
LA CALLE MAYOR, “Y nos queda un eco de algo vivido... o soñado”
Carmen Montero, 16/04/2005
“Bajo la magia arquitectónica del Corral de Comedias de Alcalá, (...) instalados en una iluminación de ensueño, hemos presenciado una interesante diversidad de manifestaciones artísticas, música, teatro y títeres, tríptico perfectamente integrado a través del hilo conductor de la delicadeza y el lirismo a los que Nao d´amores nos va acostumbrando y que nos sumergen en una ambiente cortesano y refinado -hasta el bellísimo vestuario- que roza lo quimérico e incluso lo soñado”
DIARIO DE NAVARRA, “Una caja de música”
Pedro Zabala, 31/07/2005
“Resultaría difícil encontrar una nota disonante en esta caja de música. Todo en el Auto de los cuatro tiempos está concebido con una imaginación y un gusto encomiables y ejecutado con exactitud milimétrica. Puede empezarse por el manejo de los títeres, no sólo impecable desde un punto de vista técnico, sino interesante además por su utilización dramática (...). La música, tanto en su elección como en su adaptación al espectáculo, constituye otro de los puntos fuertes de la obra, apuntalado por una brillante interpretación. (...) Esmerado trabajo de dirección, que podemos extender asimismo a la iluminación, el vestuario, el movimiento de los actores, a la ocupación del espacio y, sería un pecado olvidarlo, al modo de recitar el verso. Un trabajo que rezuma cariño por un autor y por una concepción del teatro. Que sigan dándole cuerda a esta caja de música”