Europa
de Andrés Laguna
Producido por Nao d´amores
El discurso de Andrés Laguna, constituye hoy una vía privilegiada para reflexionar sobre la noción de Europa, que en su propia época ya no era meramente geográfica, sino cultural. Las oposiciones doctrinales entre católicos y protestantes habían acabado con el concepto de Cristiandad, y había que recurrir a una postura conciliadora que, desde la tolerancia, remitiera a una necesaria adhesión a los valores culturales heredados de la doble tradición clásica y cristiana. Este legado, de base eminentemente humanista, permite superar las oposiciones confesionales y sugiere un ideario que inaugura el concepto moderno de Europa.
No puede ser más actual la materia abordada en este espectáculo, desde una perspectiva política, social y cultural en el más amplio sentido del término. Nao d´amores, desde su compromiso con el presente a través de su confianza ciega en el valor de la historia para transformar sociedades, no podía renunciar a abordar este apasionante proyecto. Tomamos las ideas del segoviano Andrés Laguna, y las transformamos en materia escénica para que vuelvan a adquirir sentido propio en el espacio para el que fueron concebidas, el de la palabra hablada.
Pero más allá del impresionante y necesario contenido del texto a abordar, a nosotros nos ha deslumbrado también la forma utilizada por el autor para transmitir su mensaje, su propuesta de teatralidad incipiente, que aunque emparentada con las declamaciones clásicas, constituye ya toda una opción de carácter dramático. Andrés Laguna, uno de los humanistas más importantes de su época propone todo un dispositivo de puesta en escena en la Facultad de Artes de la Universidad de Colonia, ambientada la sala con negras antorchas y otros aderezos propios de las ceremonias fúnebres, para alcanzar los objetivos de su discurso.
El discurso de Andrés Laguna, constituye hoy una vía privilegiada para reflexionar sobre la noción de Europa, que en su propia época ya no era meramente geográfica, sino cultural. Las oposiciones doctrinales entre católicos y protestantes habían acabado con el concepto de Cristiandad, y había que recurrir a una postura conciliadora que, desde la tolerancia, remitiera a una necesaria adhesión a los valores culturales heredados de la doble tradición clásica y cristiana. Este legado, de base eminentemente humanista, permite superar las oposiciones confesionales y sugiere un ideario que inaugura el concepto moderno de Europa.
No puede ser más actual la materia abordada en este espectáculo, desde una perspectiva política, social y cultural en el más amplio sentido del término. Nao d´amores, desde su compromiso con el presente a través de su confianza ciega en el valor de la historia para transformar sociedades, no podía renunciar a abordar este apasionante proyecto. Tomamos las ideas del segoviano Andrés Laguna, y las transformamos en materia escénica para que vuelvan a adquirir sentido propio en el espacio para el que fueron concebidas, el de la palabra hablada.
Pero más allá del impresionante y necesario contenido del texto a abordar, a nosotros nos ha deslumbrado también la forma utilizada por el autor para transmitir su mensaje, su propuesta de teatralidad incipiente, que aunque emparentada con las declamaciones clásicas, constituye ya toda una opción de carácter dramático. Andrés Laguna, uno de los humanistas más importantes de su época propone todo un dispositivo de puesta en escena en la Facultad de Artes de la Universidad de Colonia, ambientada la sala con negras antorchas y otros aderezos propios de las ceremonias fúnebres, para alcanzar los objetivos de su discurso.
En ese inquietante espacio escénico acondicionado escenográficamente para la ocasión, Laguna actuará como autor y ejecutor del discurso, pero no se conformará con presentarse a sí mismo frente al auditorio, sino que opta por entregarse a todo un ejercicio de ficción dramática. Él mismo se transmuta en Europa para, a través de una sorprendente propuesta dramatúrgica, dialogar consigo mismo. Andrés Laguna y Europa se interpelan, e interactúan ante un destinatario común, un gran elenco de príncipes y doctísimos varones, que hoy se transforman en nuestro público contemporáneo. Un complejo juego escénico en el que las identidades y las épocas se cruzan. Ayer y hoy, nosotros somos espectadores de esta declamación fúnebre, pero al mismo tiempo todos somos Andrés Laguna, y todos somos Europa.
El pasado y el presente han de dialogar entre sí en estos turbios momentos que nos ha tocado vivir en la vieja Europa, y el teatro constituye un espacio privilegiado para un diálogo que no aportará soluciones, pero sí espacios para la reflexión constituyendo el espacio de encuentro de una sociedad consigo misma.
En esta ocasión, hemos optado por construir una dramatización de carácter artístico-didáctico, que nos permita entender los hechos narrados en su contexto sincrónico, para generar una reflexión que pueda sernos útil en los necesarios replanteamientos en torno a lo que hoy significa el término Europa. Siguiendo nuestra dinámica habitual de trabajo como equipo artístico estable especializado en el ámbito prebarroco, no pretendemos acometer una recreación arqueológica de lo que pudo constituir el discurso original. A través de un riguroso acercamiento de carácter documental, hemos construido un espectáculo que, presentado por un conferenciante que en escena ubicará el material textual en su contexto histórico y filosófico, se articulará en torno a la representación de un actor y dos músicos que rescatarán la teatralidad e imágenes que subyacen bajo las palabras de Andrés Laguna.
Una propuesta, adaptable a todo tipo de espacios de representación, que combina lo pedagógico y lo artístico, y como siempre en Nao d´amores dando enorme importancia a la música antigua interpretada en directo con reconstrucciones de instrumentos de la época al servicio de la acción dramática. Una escenificación multidisciplinar que, siendo fieles a aquello que emana del propio texto, nos permite situarnos en la contemporaneidad, para a través de la declamación ejecutada por Andrés Laguna en 1543, hablar de nuestra realidad presente al público de hoy.
Ana Zamora
EL AUTOR: ANDRÉS LAGUNA
Andrés Laguna nace en Segovia en torno a 1511, es hijo de padres conversos, y por tanto, cristiano nuevo. Este hecho, en la Castilla de comienzos del siglo XVI, supone ya un lastre, y un acicate que de algún modo determinan la vida entera de quien lo padece: un lastre porque los cristianos nuevos se vieron cada vez más acorralados en su patria, y un acicate porque esa misma rémora, al menos entre las minorías cultas, los hizo partidarios y perseguidores de unos ideales políticos, religiosos y culturales que en muchos casos coincidencon la base sustancial de lo que se ha dado en llamar el humanismo. De este modo, sin terminar aún su Bachillerato de Artes en Salamanca, Laguna se aleja de España a principios de los años treinta y, sufragado por la bonanza económica de su padre -médico en Segovia-, marcha a París para consolidar sus estudios de Letras y cursar Medicina. La capital francesa, cuna por entonces del humanismo médico y ciudad habitualmente visitada por los adalides del humanismo cristiano -especialmente Erasmo y Vives-, constituía un innegable foco de atracción para los españoles que querían formarse “a la europea”. En este ambiente de ebullición intelectual se formó Andrés Laguna, en un París cosmopolita y abierto donde recibió magisterios y tuvo tratos y amistades con los médicos más importantes del momento, y editó sus primeros trabajos.
Laguna regresa a España, a través de Lisboa a finales de 1535 o 1536, con una buena formación literaria y médica, con sus más que probables simpatías erasmistas y con ganas de acercarse a la Corte y probar suerte para asegurar su futuro profesional. Se ha hablado de una cátedra en la Universidad de Alcalá de Henares, o de un doctorado en Toledo, pero no tenemos documentos que lo demuestren. La realidad es que este período de tiempo, hasta que sale de nuevo del país en 1539 hacia Inglaterra, es el momento más oscuro de la vida de nuestro médico.
En 1540, Laguna va a Gante para integrarse en la comitiva de Carlos V, y unos meses después, consigue su primer desempeño facultativo, siendo designado médico municipal de Metz, mediante un contrato de 5 años. Sin embargo, sus ansias de prosperar en la carrera médica y de contar con mayor tiempo para dedicarse al ocio literario, le llevan a solicitar una excedencia de tres meses,para trasladarse a Colonia, donde esperaba ganarse el favor de los hombres ilustres de la ciudad. Allí realiza una larga producción editorial que afianzan a Laguna como humanista médico de prestigio, y realiza su discurso sobre Europa.
En 1545, acabado su contrato en Metz, marcha hacia Italia, adquiriendo en Bolonia el título de Doctor, y comprando en Roma otros títulos nobiliarios a la corte papal que, a su vez, le posibilitó entrar como médico de cámara. Hacia 1554, parte hacia los Países Bajos, editando su traducción del Dioscórides, para regresar a Segovia en 1557.
Lo único que se sabe de sus últimos años es que formó parte de la comitiva que, bajo la presidencia del Duque del Infantado, fue encargada de recibir en 1559 en Roncesvalles a la princesa Isabel de Valois, que venía a España para celebrar sus bodas con Felipe II. En el transcurso de este viaje debió morir Andrés Laguna, muy probablemente en Guadalajara, el día 28 de diciembre de 1559. El cuerpo sería trasladado hasta Segovia, en cuyo panteón familiar en la iglesia de San Miguel, se le dio sepultura, bajo el epitafio
INUENI PORTUM. SPES ET FORTUNA VALETE.
NIL MICHI VOBISCUM, LUDITE NUNC ALIOS
Llegué a puerto. Adiós Esperanza y Fortuna.
Nada tengo con vosotras. Jugad ahora con otros
(Foto: Diego Conte)
LA OBRA: EUROPA HEAUTENTIMORUMENE, ES DECIR, QUE A SÍ MISMA SE ATORMENTA Y LAMENTA SU PROPIA DESGRACIA
Nos encontramos ante un discurso o declamación, que Andrés Laguna pronuncia el 22 de enero de 1543 en la Facultad de Artes de la Universidad de Colonia, y que le había sido encargado por Adolf Eicholz como Rector de la Universidad.
Hasta aquel momento, Europa se había identificado con una entidad geográfica caracterizada por tener un vínculo espiritual común: el cristianismo.
Ese enlace entre los pueblos está a punto de fracturarse de modo definitivo cuando Laguna compone su discurso, de manera que todos sus esfuerzos irán encaminados a procurar su salvaguarda. Como español cultivado, tolerante y defensor de la política imperial, debe hacer valer su testimonio de concordia entre cristianos, con el reconocimiento de lo que nos une y el respeto a lo que nos separa.
Como otros muchos humanistas, como Erasmo o Vives, también Laguna se espanta de la guerra perpetua de los países occidentales -por motivos políticos y religiosos-, y emite este lamento casi desesperado como un intento último de lograr inculcar en los príncipes cristianos la conciencia de unidad religiosa. Pero aún hay más. Si leemos con atención el discurso, podemos darnos cuenta de que la llamada de Laguna a la pax christiana no sólo tiene un fundamento religioso, sino que en ella también se entrevé ya una idea de cultura: a los europeos les une la Biblia, pero también el bagaje cultural de la Antigüedad precristiana que, aun siendo pagana, había formado culturalmente al cristianismo y le había dado el empuje definitivo para lograr la perfección del espíritu.
Este discurso, pese al análisis teórico que de él podamos hacer, nace de una realidad muy concreta. La Europa que aquí se lamenta por las guerras mutuas de sus propios hijos no es imparcial. Sus preferencias están bien claras, pero no queda más remedio que lograr la paz entre todos los cristianos para acabar con aquellas guerras que a todos perjudicaban por igual. Y Europa nunca habla de acuerdo, de conciliación de unión dogmática. Europa sólo habla de paz. Los cristianos, por encima de sus diferencias, deben llegar a la concordia. Y esa concordia sólo podría lograrse con el reconocimiento expreso de tales diferencias.
Por encima de las diferencias políticas, por encima de las discrepancias religiosas -a menudo tan superficiales-, debe insistirse con fuerza en la base común que iguala a todos los habitantes de Europa. Es así como, en el trasfondo del discurso, podemos llegar a adivinar ya una cierta idea de Europa que sobrepasa lo meramente geográfico, que trasciende lo puramente cristiano, y que empieza a asentarse en el concepto de civilización.
Una Europa que, aun siendo como siempre una unidad geográfica bien definida, debía adquirir ahora mayor contenido. Por ello si no podía ser ahora ya una república cristiana, al menos debía ser una unidad de civilización. Y eso no podría rechazarlo ninguna de las partes en conflicto, pues ¿quién no sentía que sus raíces eran las mismas, que su formación espiritual era la tradición clásica tamizada convenientemente por la tradición cristiana? Aquí residía ahora la unidad.
Podemos decir que Laguna fue un “europeísta”, pero tal afirmación debe someterse a justos matices: lo fue en cuanto le preocupaba el futuro de Europa, asolada por las constantes guerras de sus soberanos y resquebrajada en su unidad religiosa; en cuanto en su discurso, propone la paz como única salvación; en cuanto hace una llamada de atención a todos para que cobren conciencia de lo que significa ser europeo, de la carga cultural, moral y espiritual que ello comporta. Laguna fue un europeísta de su tiempo y, por tanto, perteneciente a su tiempo. Querer buscar mayores trascendencias puede convertirse, quizá, en falsedad histórica o, a lo sumo, en trabajo baldío.
BATALLAS Y LAMENTOS
En una Europa desgarrada por los conflictos religiosos, las luchas por el poder y por los territorios, la banda sonora de este montaje remite a la obra de los padres de la música europea, cuya creación trascendió fronteras.
Convocaremos pues al dulce Josquin, seguramente el autor europeo más interpretado en la España del XVI. A Claude Sermissy, que puso en música traducciones de los Salmos del poeta Clement Marot, como ese “Duvinsela” arreglado después por Antonio de Cabezón, cuyo viaje a Inglaterra influyó a su vez en la música de los virginalistas ingleses.
En este entramado de viajes y recorridos, oiremos a Claude Gervaise o Pierre Attaignant, y la incipiente edición de música instrumental, reflejo de un cierto refinamiento en los salones y cortes europeos. No podía faltar Martín Agricola, que puso en polifonía el himno atribuido a Lutero “Ein Feste Burg”. Sin olvidarnos de la cita a la frottola italiana de Marchetto Cara, o los más tardíos William Byrd y John Dowland, que musicó la traducción inglesa de algunos Salmos.
Dos géneros de música – batallas y lamentos – reflejan y apoyan el discurso que Andrés Laguna lanza a los asistentes a su declamación. Entre los lamentos, oiremos la Deploration que Josquin escribió a la muerte del maestro Ockeghem, y las variaciones que Luis de Narváez escribió sobre el conocido llanto amoroso “Mille regretz”, que vino a llamarse la “Canción del Emperador” por ser, dicen, la favorita de Carlos V.
El trabajo sobre los Salmos ha incluido la adaptación de las melodías gregorianas a la “Paraphrastica Interpretatio” de Juan de Campen, usada por el autor, y algunas de las traducciones al francés y al inglés musicadas en su momento.
Para cerrar el viaje, un pequeño recorrido geográfico-musical da cuenta de las similitudes y las diferencias, en una Europa rica entonces en sonidos y armonías concertantes.
Alicia Lázaro
Autor Interpretación Dramaturgia y Dirección Traducción y charla introductoria Arreglos y Dirección Musical Asesor de Voz y Palabra Vestuario y Espacio Escénico | Iluminación Realización de Vestuario Realización de Escenografía Ayte. de Escenografía y Vestuario Coordinación Técnica Producción ejecutiva Producción |
Colaboran: Textos del dossier. |
MOON MAGAZINE: “Europa según Nao d´amores”
Alfonso Vázquez, 22/04/2018.
“La compañía ha cobrado una confianza creciente en el más difícil todavía. El interés filológico, antropológico e histórico de la reinterpretación dramática llevada a cabo por Nao d’amores no deja lugar a la duda: su labor de investigación resulta bien fundada (hoy se abusa del término «investigación», pero este no es el caso). En primer lugar, indaga las posibilidades dramáticas de textos que no están en el corpus del teatro primitivo. Luego, al pasar los textos seleccionados de la edición crítica a las tablas, completa sus significados, pues los reinterpreta. En cuanto a la adaptación de Ana Zamora y Nao d’amores, la delicadeza y el rigor son sus notas características. No es extraordinario que así sea, sino que es marca de la casa. El discurso es introducido críticamente por el profesor Miguel Ángel González Manjarrés. Tras ello, la aparición de Juan Meseguer, que interpreta a Andrés Laguna, confiere a la escena el carácter solemne y dramático necesario. Meseguer verdaderamente mueve a los oyentes. Ese contraste entre el investigador y el actor nos muestra las dos formas complementarias de la interpretación: la erudita y la intuitiva. La música renacentista seleccionada por Alicia Lázaro e interpretada por Eva Jornet e Isabel Zamora abunda en el mismo sentido, el de la interpretación plena de un discurso que, desde el siglo XVI, nos habla también de nuestra Europa actual”.
querevientenlosartistas.wordpress.com: “Andrés Laguna en el Teatro de La Abadía”.
Adolfo Simón, 21/04/2018.
“En 1543, Andrés Laguna hizo una conferencia performática en Alemania sobre Europa, viendo el espectáculo que Ana Zamora ha creado al frente de su compañía Nao d´amores me hace pensar que aquella triste y enérgica Europa de entonces, se ha vuelto, con el paso de los siglos, en una sombra de la que fue; poco ha cambiado a mejor, más bien sigue tropezando en la misma piedra. Es curioso pero la conferencia sigue vigente, no hemos resuelto la posibilidad de crear un espacio común de respeto. La propuesta escénica es muy sencilla y ese es su gran acierto, un actor que juega a desdoblarse en Andrés Laguna y en Europa es acompañado de dos músicos femeninos que a veces le dan la réplica en escena. El resultado es didáctico y emotivo y nos reconcilia con la idea de un mundo a la deriva que podría dar un giro en el trayecto, para llegar a buen puerto”.
periodistasenespañol.com: “El mundo de ayer”
Luis de Luis Otero, 18/04/2018
“(…) Y Andrés Laguna comparece ante el público de La Abadía. Con paso calmo brota de un lateral y, con voz solemne y firme, expone sus porqués en un escenario bañado con luz cálida, acariciado por la música (interpretada con gusto y gracia por Eva Jornet e Isabel Zamora) y expondrá con lucidez las razones humanas y pragmáticas que aconsejan la unidad y la reparación de la Europa desgarrada por fanatismos, intransigencias y rabias. Juan Meseguer, firme, convincente, deja caer cada palabra con aplomo y serenidad embauca al público que se prende de su voz, pero no es suficiente. Como Laguna 500 años antes ante los universitarios, Meseguer decide dar un golpe de mano, tirar el tablero por los aires y seguir la partida según sus reglas y se convierte en la Madre Europa. Sí, en una acertadísima decisión dramática Ana Zamora, hace que Meseguer se convierta en la vieja madre de los países europeos y no, no es una madre cualquiera. Meseguer muta en una vieja lastimera a la que han abandonado sus hijos. Una vieja lastimera, teatrera, quejica y manipuladora. Una vieja decida a lograr el cariño, a obtener sus deseos. Una vieja tragicómica, adorable y excesiva, Una vieja que recurre a artimañas, guiños y suspiros. Una vieja decidida a que, por el fuero o por el huevo, la quieran. Celestinesca y sabia, trotaconventos y sensata. Dulce y grotesca, melosa y teatrera, sabe que no hay más solución que estar abrigados a su alrededor, lamiendo su teta protegiendo sus pasos.
Y el público da la razón a la vieja Europa, arrollado, ensimismado y boquiabierto por el impactante y apasionado tour de forcé de Juan Meseguer y rompe, rompemos, en aplausos para refrendar que ésta es una de las funciones de la temporada. Sin lugar a la menor duda.”
laultimabambalina.blogspot.com: “La Europa humanista en el Teatro de La Abadía”
José Luis González Subías, 16/08/2018
“Ana Zamora, encargada de la dramaturgia y directora del montaje, realiza un trabajo soberbio de adaptación y puesta en escena, orquestando un delicado mecanismo de relojería teatral donde todas y cada una de las piezas del conjunto encajan y funcionan al unísono, armónicamente: la voz y el gesto de un veterano actor, como Juan Meseguer, inmenso en su papel de Andrés Laguna y de la propia Europa; la exquisitez y el ingenio de un vestuario y un espacio creados por Deborah Macías, que cobran vida y auténtico protagonismo; o la música de aires renacentistas, interpretada en directo con instrumentos de la época por Eva Jornet e Isabel Zamora, impecables y necesarias comparsas que interactúan con el protagonista y se convierten en parte fundamental del espectáculo. Todo el montaje es un delicioso festival intimista al servicio de la palabra, que manifiesta su poder desde el instante mismo en que la propia Ana Zamora, antes de comenzar la función (o incluyéndose en la misma, levantando un nuevo filtro metateatral entre las palabras del doctor Laguna y nosotros), se dirige al público para explicarle el contenido y el sentido de cuanto va a escuchar y contemplar a continuación, leyendo un texto escrito para la ocasión por Miguel Ángel González Manjarrés, traductor asimismo del discurso, originalmente escrito en latín. Y esa ruptura de la cuarta pared se mantiene cuando Andrés Laguna vuelve a dirigirse a un auditorio donde se encuentran los principales príncipes europeos, en quienes se ha convertido ahora el público (partícipe ya de cuanto está sucediendo en este juego teatral), a quienes dirige su admonición y sus lamentos; y cuando lo hace la propia Europa, personificada alegóricamente por Laguna. Tema de absoluta actualidad al que da vida una arriesgada (y muy acertada) propuesta que cubre con creces su propósito. Nao d'amores vuelve a ofrecer con este montaje toda una lección de buen teatro, manteniendo su filosofía destinada a la recuperación del discurso dramático medieval y renacentista, y devolviendo a la escena toda la magia de su potencialidad primigenia, a caballo entre el juego y el arte”
masteatro.com: “O EUROPA, MISERA ET INFELIX!
Carlos Herrera Carmona, 15/04/2018.
“Osada y lírica, osada y combativa, osada y didáctica, osada y reivindicativa, osada y tierna es la nueva apuesta de Nao d’amores para zarandear memoria y presente del espectador, prevenirlo de lo venidero y colocarle ante el espejo infalible de la humanidad que es el teatro. Y surte efecto. Nao d’amores nos entrega el pasaje a bordo para viajar en su nave al fondo de la historia en su cándida máquina del tiempo y ofrecernos con delicadeza disfrazada de rabia y rabia disminuida con delicadeza una suerte de trayecto aéreo sobre la geografía de este nuestro continente que sigue ajado, saqueado y engañado sin visos de arreglo. El actor Juan Meseguer -soberbio, ya que él mismo nos da una lección de cómo interpretar convenciendo. Haciendo uso del bululú, sin casi pretenderlo o sí, Laguna y Meseguer toman a Europa literalmente como su segunda piel y lanzan su órdago/su discurso con empaque elegíaco, refrescado con aires de juglaría, sostenido y cimentado por su oratoria contundente, a veces atronadora, como un rey Lear enajenado con su corona de cartón que declama y reclama respeto por Europa a través de citas mitológicas, sermones apocalípticos y su voz -que es su barco- cuyas velas parecen seguir una de las lecciones aristotélicas como aquella de que saber es acordarse y que con este vapuleo histórico y humano logra que sepamos para no olvidar, este hábito amargo de nuestra sociedad hoy en día, la cual sabe que mirar atrás es convertirse en sal pero que lo hace cuando le conviene y mal. El acompañamiento musical y vocal, sutil y acertado en vivo y en directo arropa, alivia y abraza la declamación incesante de Meseguer/Laguna al tiempo que las intérpretes interaccionan con éste con sus voces y cánticos a fin de que su soledad no sea tan extrema desde su púlpito. Al asistir a este mezcolanza de lección teatralizada o de teatro aleccionador, la sensación es de una toma de conciencia absoluta, de un reafirmar por enésima vez que, si otorgáramos la voz y la palabra a nuestros eruditos pasados, la solución la recibiríamos en bandeja de plata: nada nuevo bajo el sol. Zamora no se olvida de la poética en el uso íntimo de la luz, en el uso divertido y entrañable del vestuario y en el uso de las piezas y efectos musicales que, en una modalidad casi infantil -por enternecedora- nos enseña deleitando la constelación enferma de este pedazo de mundo reumático y fanfarrón, vicioso y guerrillero, ampuloso y siempre bello que es Europa. Y como dijo Cicerón : “ Rem ten e, verba sequentur ” o lo que es lo mismo. “Ten el argumento, las palabras seguirán”. Laguna nos da lo primero y de nosotros dependerá si seguimos con las palabras o sin el escarmiento, míseros e infelices”.
todosalteatro.com: “a propósito de Europa”
Susana R. Sousa, 14/04/2018.
“En el pequeño escenario: un atril, un mural que representa Europa, dos músicos que interpretan piezas del siglo XVI, Eva Jornet e Isabel Zamora y uno de los mejores actores españoles de todos los tiempos. La compañía Nao d’amores, recupera, de nuevo, un texto fundamental de nuestra cultura en el que ya se hablaba sobre las heridas mortales de Europa. Un espacio íntimo en el que el espectador vuelve a un pasado que no fue mejor, para hacer una reflexión sobre un continente complejo y diverso. Meseguer habla por boca de Andrés Laguna, pero también lo hace por boca de Europa cuando se pone la corona a juego con el mapa estampado en su túnica. Una dramatización que mantiene al público pegado a la butaca, sin apenas respirar y que, al final, lo lleva a aplaudir con la fuerza que merece el montaje”.
diariocritico.com: “Llueve sobre mojado”
José Miguel Vila, 14/04/2018.
“La compañía Nao d'Amores, lleva ya 17 años rescatando textos y autores olvidados, o casi, que, sin embargo, han tenido una importancia capital en nuestra cultura, por unas u otras causas. Sus montajes son siempre un aldabonazo a la conciencia dormida de los españoles que, por una especie de conjuro secular autodestructivo, miran siempre hacia otro lado cuando se trata de ponderar su propia cultura. Aquí, Ana Zamora ha construido un espectáculo de carácter didáctico, pero sin restar un ápice de belleza ni rigor a su propuesta artística, utilizando la música -como en el resto de sus anteriores espectáculos-, no solo como ambiente sonoro de la puesta en escena, sino como elemento de significación fundamental en toda la acción dramática. Juan Meseguer, actor imponente, se desdobla en su interpretación como Laguna y Europa, y está acompañado durante la hora aproximada de duración del espectáculo, por dos músicos estupendos, Eva Jornet e Isabel Zamora, que interpretan piezas del siglo XVI en directo, utilizando también instrumentos reconstruidos de esa misma época. La teatralidad e imágenes que subyacen bajo las palabras de Andrés Laguna, son rescatadas por un extraordinario Juan Messeguer, que da una verdadera lección de utilización del habla, del cuerpo y del gesto, apoyado en las dos músicos que le acompañan y con quienes forma un tándem perfecto para extender la emoción y la teatralidad del contenido del discurso que lanza Laguna a esa serie de notables, cuya identidad se traslada ahora al público asistente. (…) Juego escénico al que, absorto y atónito, ha asistido un público que, al final, celebra con entusiastas aplausos la más reciente propuesta de Nao d’Amores. Una propuesta que, como todas, es tan deliciosa como imprescindible”.
doctorbrigato.blogspot.com: “Europa en Clásicos en Alcalá”
Gordon Craig, 16/08/2017
“Ana Zamora vuelve a indagar en nuestro pasado para dejar constancia de nuevo de cuan rico, fecundo y variado es nuestro patrimonio cultural y poner en evidencia a quienes con su incuria, ignorancia o mala fe pretenden menoscabarlo o manipularlo en pro de intereses bastardos. Estamos ante una estimulante y original experiencia estética, cifrada en unos códigos de representación que son ya marca de la casa y que incluyen un sugerente espacio sonoro y una ambientación colorista y naif, siendo precisamente una de las claves del montaje el empeño -de inspiración renacentista- por imbricar música y palabra en un único elemento significante. Así, la música, espléndida recreación de Alicia Lázaro, de partituras originales de la época, ejecutadas en directo por Eva Jornet e Isabel Zamora, se acompasa con las distintas fases del desarrollo de la pieza oratoria, subrayando algunos pasajes particularmente emotivos, fúnebres, festivos o burlescos, o acentuando siempre su ya de por sí marcada tonalidad elegíaca y paródica.
Respecto al espacio escénico, constituye un verdadero alarde de ingenio -que seguramente provocará la perplejidad de los puristas-, cómo se mimetiza el personaje de Europa con elementos de la propia escenografía, un curioso mapa antropomórfico del viejo continente flanqueado por dos columnas dóricas coronadas con sendas cariátides y modificado al efecto para añadir los elementos que configuran el universo simbólico de ideas y valores en que se sustenta el discurso del conferenciante. Y es que, Ana Zamora es una directora que proyecta sobre todo lo que toca una mirada limpia, penetrante, sabia, ajena de prejuicios y de intencionalidad doctrinaria; ingenua, en el mejor sentido del término, y capaz de contagiar esa ingenuidad a los espectadores y activar los resortes de una sensibilidad abotargada por el recurrente bombardeo de argumentos manidos y de estímulos anodinos cuando no directamente vulgares. Juan Meseguer, hace un portentoso trabajo de interpretación desdoblándose en las figuras de Europa y el conferenciante. Va desgranando sus razones y argumentos ora como el propio Andrés Laguna, ora como efigie de “Europa Regina” exhibiendo un extraordinario arsenal de recursos de la voz y de la expresión corporal para dar curso a las variadas modulaciones timbres y tonos que exige su discurso. Así transita con inusitada desenvoltura del tono sombrío y quejumbroso del exordio en el que describe la situación calamitosa del viejo continente a la mesura y seguridad con que apela a la cordura de los príncipes de la Iglesia, a la vehemencia con la que reclama el consuelo de la fe, o a la firmeza con la que denuncia los horrores de la guerra. Pero puede convertirse, asimismo, en una Europa lacrimosa que entona la palinodia de sus yerros, quejosa por la ausencia de hombres ilustres, desengañada, transida de dolor por quienes antes la cortejaban y ahora la abandonan a su suerte, o entusiasta y ufana en la descripción de los países y hermosas regiones que la integran. Oportuno, pues, el rescate de este texto en la era del “Brexit”, del azote desestabilizador del terrorismo islámico y de las tensiones interregionales avivadas por el populismo y los nacionalismos excluyentes de nuevo cuño. Arriesgada e insólita apuesta artística; todo un reto, y un estímulo impagable para la reflexión en unos tiempos en los que el debate público no brilla particularmente por su altura intelectual”.
INTRODUCCIÓN
El discurso de Andrés Laguna, constituye hoy una vía privilegiada para reflexionar sobre la noción de Europa, que en su propia época ya no era meramente geográfica, sino cultural. Las oposiciones doctrinales entre católicos y protestantes habían acabado con el concepto de Cristiandad, y había que recurrir a una postura conciliadora que, desde la tolerancia, remitiera a una necesaria adhesión a los valores culturales heredados de la doble tradición clásica y cristiana. Este legado, de base eminentemente humanista, permite superar las oposiciones confesionales y sugiere un ideario que inaugura el concepto moderno de Europa.
No puede ser más actual la materia abordada en este espectáculo, desde una perspectiva política, social y cultural en el más amplio sentido del término. Nao d´amores, desde su compromiso con el presente a través de su confianza ciega en el valor de la historia para transformar sociedades, no podía renunciar a abordar este apasionante proyecto. Tomamos las ideas del segoviano Andrés Laguna, y las transformamos en materia escénica para que vuelvan a adquirir sentido propio en el espacio para el que fueron concebidas, el de la palabra hablada.
Pero más allá del impresionante y necesario contenido del texto a abordar, a nosotros nos ha deslumbrado también la forma utilizada por el autor para transmitir su mensaje, su propuesta de teatralidad incipiente, que aunque emparentada con las declamaciones clásicas, constituye ya toda una opción de carácter dramático. Andrés Laguna, uno de los humanistas más importantes de su época propone todo un dispositivo de puesta en escena en la Facultad de Artes de la Universidad de Colonia, ambientada la sala con negras antorchas y otros aderezos propios de las ceremonias fúnebres, para alcanzar los objetivos de su discurso.
DOSSIER
El discurso de Andrés Laguna, constituye hoy una vía privilegiada para reflexionar sobre la noción de Europa, que en su propia época ya no era meramente geográfica, sino cultural. Las oposiciones doctrinales entre católicos y protestantes habían acabado con el concepto de Cristiandad, y había que recurrir a una postura conciliadora que, desde la tolerancia, remitiera a una necesaria adhesión a los valores culturales heredados de la doble tradición clásica y cristiana. Este legado, de base eminentemente humanista, permite superar las oposiciones confesionales y sugiere un ideario que inaugura el concepto moderno de Europa.
No puede ser más actual la materia abordada en este espectáculo, desde una perspectiva política, social y cultural en el más amplio sentido del término. Nao d´amores, desde su compromiso con el presente a través de su confianza ciega en el valor de la historia para transformar sociedades, no podía renunciar a abordar este apasionante proyecto. Tomamos las ideas del segoviano Andrés Laguna, y las transformamos en materia escénica para que vuelvan a adquirir sentido propio en el espacio para el que fueron concebidas, el de la palabra hablada.
Pero más allá del impresionante y necesario contenido del texto a abordar, a nosotros nos ha deslumbrado también la forma utilizada por el autor para transmitir su mensaje, su propuesta de teatralidad incipiente, que aunque emparentada con las declamaciones clásicas, constituye ya toda una opción de carácter dramático. Andrés Laguna, uno de los humanistas más importantes de su época propone todo un dispositivo de puesta en escena en la Facultad de Artes de la Universidad de Colonia, ambientada la sala con negras antorchas y otros aderezos propios de las ceremonias fúnebres, para alcanzar los objetivos de su discurso.
En ese inquietante espacio escénico acondicionado escenográficamente para la ocasión, Laguna actuará como autor y ejecutor del discurso, pero no se conformará con presentarse a sí mismo frente al auditorio, sino que opta por entregarse a todo un ejercicio de ficción dramática. Él mismo se transmuta en Europa para, a través de una sorprendente propuesta dramatúrgica, dialogar consigo mismo. Andrés Laguna y Europa se interpelan, e interactúan ante un destinatario común, un gran elenco de príncipes y doctísimos varones, que hoy se transforman en nuestro público contemporáneo. Un complejo juego escénico en el que las identidades y las épocas se cruzan. Ayer y hoy, nosotros somos espectadores de esta declamación fúnebre, pero al mismo tiempo todos somos Andrés Laguna, y todos somos Europa.
El pasado y el presente han de dialogar entre sí en estos turbios momentos que nos ha tocado vivir en la vieja Europa, y el teatro constituye un espacio privilegiado para un diálogo que no aportará soluciones, pero sí espacios para la reflexión constituyendo el espacio de encuentro de una sociedad consigo misma.
En esta ocasión, hemos optado por construir una dramatización de carácter artístico-didáctico, que nos permita entender los hechos narrados en su contexto sincrónico, para generar una reflexión que pueda sernos útil en los necesarios replanteamientos en torno a lo que hoy significa el término Europa. Siguiendo nuestra dinámica habitual de trabajo como equipo artístico estable especializado en el ámbito prebarroco, no pretendemos acometer una recreación arqueológica de lo que pudo constituir el discurso original. A través de un riguroso acercamiento de carácter documental, hemos construido un espectáculo que, presentado por un conferenciante que en escena ubicará el material textual en su contexto histórico y filosófico, se articulará en torno a la representación de un actor y dos músicos que rescatarán la teatralidad e imágenes que subyacen bajo las palabras de Andrés Laguna.
Una propuesta, adaptable a todo tipo de espacios de representación, que combina lo pedagógico y lo artístico, y como siempre en Nao d´amores dando enorme importancia a la música antigua interpretada en directo con reconstrucciones de instrumentos de la época al servicio de la acción dramática. Una escenificación multidisciplinar que, siendo fieles a aquello que emana del propio texto, nos permite situarnos en la contemporaneidad, para a través de la declamación ejecutada por Andrés Laguna en 1543, hablar de nuestra realidad presente al público de hoy.
Ana Zamora
EL AUTOR: ANDRÉS LAGUNA
Andrés Laguna nace en Segovia en torno a 1511, es hijo de padres conversos, y por tanto, cristiano nuevo. Este hecho, en la Castilla de comienzos del siglo XVI, supone ya un lastre, y un acicate que de algún modo determinan la vida entera de quien lo padece: un lastre porque los cristianos nuevos se vieron cada vez más acorralados en su patria, y un acicate porque esa misma rémora, al menos entre las minorías cultas, los hizo partidarios y perseguidores de unos ideales políticos, religiosos y culturales que en muchos casos coincidencon la base sustancial de lo que se ha dado en llamar el humanismo. De este modo, sin terminar aún su Bachillerato de Artes en Salamanca, Laguna se aleja de España a principios de los años treinta y, sufragado por la bonanza económica de su padre -médico en Segovia-, marcha a París para consolidar sus estudios de Letras y cursar Medicina. La capital francesa, cuna por entonces del humanismo médico y ciudad habitualmente visitada por los adalides del humanismo cristiano -especialmente Erasmo y Vives-, constituía un innegable foco de atracción para los españoles que querían formarse “a la europea”. En este ambiente de ebullición intelectual se formó Andrés Laguna, en un París cosmopolita y abierto donde recibió magisterios y tuvo tratos y amistades con los médicos más importantes del momento, y editó sus primeros trabajos.
Laguna regresa a España, a través de Lisboa a finales de 1535 o 1536, con una buena formación literaria y médica, con sus más que probables simpatías erasmistas y con ganas de acercarse a la Corte y probar suerte para asegurar su futuro profesional. Se ha hablado de una cátedra en la Universidad de Alcalá de Henares, o de un doctorado en Toledo, pero no tenemos documentos que lo demuestren. La realidad es que este período de tiempo, hasta que sale de nuevo del país en 1539 hacia Inglaterra, es el momento más oscuro de la vida de nuestro médico.
En 1540, Laguna va a Gante para integrarse en la comitiva de Carlos V, y unos meses después, consigue su primer desempeño facultativo, siendo designado médico municipal de Metz, mediante un contrato de 5 años. Sin embargo, sus ansias de prosperar en la carrera médica y de contar con mayor tiempo para dedicarse al ocio literario, le llevan a solicitar una excedencia de tres meses,para trasladarse a Colonia, donde esperaba ganarse el favor de los hombres ilustres de la ciudad. Allí realiza una larga producción editorial que afianzan a Laguna como humanista médico de prestigio, y realiza su discurso sobre Europa.
En 1545, acabado su contrato en Metz, marcha hacia Italia, adquiriendo en Bolonia el título de Doctor, y comprando en Roma otros títulos nobiliarios a la corte papal que, a su vez, le posibilitó entrar como médico de cámara. Hacia 1554, parte hacia los Países Bajos, editando su traducción del Dioscórides, para regresar a Segovia en 1557.
Lo único que se sabe de sus últimos años es que formó parte de la comitiva que, bajo la presidencia del Duque del Infantado, fue encargada de recibir en 1559 en Roncesvalles a la princesa Isabel de Valois, que venía a España para celebrar sus bodas con Felipe II. En el transcurso de este viaje debió morir Andrés Laguna, muy probablemente en Guadalajara, el día 28 de diciembre de 1559. El cuerpo sería trasladado hasta Segovia, en cuyo panteón familiar en la iglesia de San Miguel, se le dio sepultura, bajo el epitafio
INUENI PORTUM. SPES ET FORTUNA VALETE.
NIL MICHI VOBISCUM, LUDITE NUNC ALIOS
Llegué a puerto. Adiós Esperanza y Fortuna.
Nada tengo con vosotras. Jugad ahora con otros
(Foto: Diego Conte)
LA OBRA: EUROPA HEAUTENTIMORUMENE, ES DECIR, QUE A SÍ MISMA SE ATORMENTA Y LAMENTA SU PROPIA DESGRACIA
Nos encontramos ante un discurso o declamación, que Andrés Laguna pronuncia el 22 de enero de 1543 en la Facultad de Artes de la Universidad de Colonia, y que le había sido encargado por Adolf Eicholz como Rector de la Universidad.
Hasta aquel momento, Europa se había identificado con una entidad geográfica caracterizada por tener un vínculo espiritual común: el cristianismo.
Ese enlace entre los pueblos está a punto de fracturarse de modo definitivo cuando Laguna compone su discurso, de manera que todos sus esfuerzos irán encaminados a procurar su salvaguarda. Como español cultivado, tolerante y defensor de la política imperial, debe hacer valer su testimonio de concordia entre cristianos, con el reconocimiento de lo que nos une y el respeto a lo que nos separa.
Como otros muchos humanistas, como Erasmo o Vives, también Laguna se espanta de la guerra perpetua de los países occidentales -por motivos políticos y religiosos-, y emite este lamento casi desesperado como un intento último de lograr inculcar en los príncipes cristianos la conciencia de unidad religiosa. Pero aún hay más. Si leemos con atención el discurso, podemos darnos cuenta de que la llamada de Laguna a la pax christiana no sólo tiene un fundamento religioso, sino que en ella también se entrevé ya una idea de cultura: a los europeos les une la Biblia, pero también el bagaje cultural de la Antigüedad precristiana que, aun siendo pagana, había formado culturalmente al cristianismo y le había dado el empuje definitivo para lograr la perfección del espíritu.
Este discurso, pese al análisis teórico que de él podamos hacer, nace de una realidad muy concreta. La Europa que aquí se lamenta por las guerras mutuas de sus propios hijos no es imparcial. Sus preferencias están bien claras, pero no queda más remedio que lograr la paz entre todos los cristianos para acabar con aquellas guerras que a todos perjudicaban por igual. Y Europa nunca habla de acuerdo, de conciliación de unión dogmática. Europa sólo habla de paz. Los cristianos, por encima de sus diferencias, deben llegar a la concordia. Y esa concordia sólo podría lograrse con el reconocimiento expreso de tales diferencias.
Por encima de las diferencias políticas, por encima de las discrepancias religiosas -a menudo tan superficiales-, debe insistirse con fuerza en la base común que iguala a todos los habitantes de Europa. Es así como, en el trasfondo del discurso, podemos llegar a adivinar ya una cierta idea de Europa que sobrepasa lo meramente geográfico, que trasciende lo puramente cristiano, y que empieza a asentarse en el concepto de civilización.
Una Europa que, aun siendo como siempre una unidad geográfica bien definida, debía adquirir ahora mayor contenido. Por ello si no podía ser ahora ya una república cristiana, al menos debía ser una unidad de civilización. Y eso no podría rechazarlo ninguna de las partes en conflicto, pues ¿quién no sentía que sus raíces eran las mismas, que su formación espiritual era la tradición clásica tamizada convenientemente por la tradición cristiana? Aquí residía ahora la unidad.
Podemos decir que Laguna fue un “europeísta”, pero tal afirmación debe someterse a justos matices: lo fue en cuanto le preocupaba el futuro de Europa, asolada por las constantes guerras de sus soberanos y resquebrajada en su unidad religiosa; en cuanto en su discurso, propone la paz como única salvación; en cuanto hace una llamada de atención a todos para que cobren conciencia de lo que significa ser europeo, de la carga cultural, moral y espiritual que ello comporta. Laguna fue un europeísta de su tiempo y, por tanto, perteneciente a su tiempo. Querer buscar mayores trascendencias puede convertirse, quizá, en falsedad histórica o, a lo sumo, en trabajo baldío.
BATALLAS Y LAMENTOS
En una Europa desgarrada por los conflictos religiosos, las luchas por el poder y por los territorios, la banda sonora de este montaje remite a la obra de los padres de la música europea, cuya creación trascendió fronteras.
Convocaremos pues al dulce Josquin, seguramente el autor europeo más interpretado en la España del XVI. A Claude Sermissy, que puso en música traducciones de los Salmos del poeta Clement Marot, como ese “Duvinsela” arreglado después por Antonio de Cabezón, cuyo viaje a Inglaterra influyó a su vez en la música de los virginalistas ingleses.
En este entramado de viajes y recorridos, oiremos a Claude Gervaise o Pierre Attaignant, y la incipiente edición de música instrumental, reflejo de un cierto refinamiento en los salones y cortes europeos. No podía faltar Martín Agricola, que puso en polifonía el himno atribuido a Lutero “Ein Feste Burg”. Sin olvidarnos de la cita a la frottola italiana de Marchetto Cara, o los más tardíos William Byrd y John Dowland, que musicó la traducción inglesa de algunos Salmos.
Dos géneros de música – batallas y lamentos – reflejan y apoyan el discurso que Andrés Laguna lanza a los asistentes a su declamación. Entre los lamentos, oiremos la Deploration que Josquin escribió a la muerte del maestro Ockeghem, y las variaciones que Luis de Narváez escribió sobre el conocido llanto amoroso “Mille regretz”, que vino a llamarse la “Canción del Emperador” por ser, dicen, la favorita de Carlos V.
El trabajo sobre los Salmos ha incluido la adaptación de las melodías gregorianas a la “Paraphrastica Interpretatio” de Juan de Campen, usada por el autor, y algunas de las traducciones al francés y al inglés musicadas en su momento.
Para cerrar el viaje, un pequeño recorrido geográfico-musical da cuenta de las similitudes y las diferencias, en una Europa rica entonces en sonidos y armonías concertantes.
Alicia Lázaro
FICHA ARTÍSTICA
Autor Interpretación Dramaturgia y Dirección Traducción y charla introductoria Arreglos y Dirección Musical Asesor de Voz y Palabra Vestuario y Espacio Escénico | Iluminación Realización de Vestuario Realización de Escenografía Ayte. de Escenografía y Vestuario Coordinación Técnica Producción ejecutiva Producción |
Colaboran: Textos del dossier. |
PRENSA
MOON MAGAZINE: “Europa según Nao d´amores”
Alfonso Vázquez, 22/04/2018.
“La compañía ha cobrado una confianza creciente en el más difícil todavía. El interés filológico, antropológico e histórico de la reinterpretación dramática llevada a cabo por Nao d’amores no deja lugar a la duda: su labor de investigación resulta bien fundada (hoy se abusa del término «investigación», pero este no es el caso). En primer lugar, indaga las posibilidades dramáticas de textos que no están en el corpus del teatro primitivo. Luego, al pasar los textos seleccionados de la edición crítica a las tablas, completa sus significados, pues los reinterpreta. En cuanto a la adaptación de Ana Zamora y Nao d’amores, la delicadeza y el rigor son sus notas características. No es extraordinario que así sea, sino que es marca de la casa. El discurso es introducido críticamente por el profesor Miguel Ángel González Manjarrés. Tras ello, la aparición de Juan Meseguer, que interpreta a Andrés Laguna, confiere a la escena el carácter solemne y dramático necesario. Meseguer verdaderamente mueve a los oyentes. Ese contraste entre el investigador y el actor nos muestra las dos formas complementarias de la interpretación: la erudita y la intuitiva. La música renacentista seleccionada por Alicia Lázaro e interpretada por Eva Jornet e Isabel Zamora abunda en el mismo sentido, el de la interpretación plena de un discurso que, desde el siglo XVI, nos habla también de nuestra Europa actual”.
querevientenlosartistas.wordpress.com: “Andrés Laguna en el Teatro de La Abadía”.
Adolfo Simón, 21/04/2018.
“En 1543, Andrés Laguna hizo una conferencia performática en Alemania sobre Europa, viendo el espectáculo que Ana Zamora ha creado al frente de su compañía Nao d´amores me hace pensar que aquella triste y enérgica Europa de entonces, se ha vuelto, con el paso de los siglos, en una sombra de la que fue; poco ha cambiado a mejor, más bien sigue tropezando en la misma piedra. Es curioso pero la conferencia sigue vigente, no hemos resuelto la posibilidad de crear un espacio común de respeto. La propuesta escénica es muy sencilla y ese es su gran acierto, un actor que juega a desdoblarse en Andrés Laguna y en Europa es acompañado de dos músicos femeninos que a veces le dan la réplica en escena. El resultado es didáctico y emotivo y nos reconcilia con la idea de un mundo a la deriva que podría dar un giro en el trayecto, para llegar a buen puerto”.
periodistasenespañol.com: “El mundo de ayer”
Luis de Luis Otero, 18/04/2018
“(…) Y Andrés Laguna comparece ante el público de La Abadía. Con paso calmo brota de un lateral y, con voz solemne y firme, expone sus porqués en un escenario bañado con luz cálida, acariciado por la música (interpretada con gusto y gracia por Eva Jornet e Isabel Zamora) y expondrá con lucidez las razones humanas y pragmáticas que aconsejan la unidad y la reparación de la Europa desgarrada por fanatismos, intransigencias y rabias. Juan Meseguer, firme, convincente, deja caer cada palabra con aplomo y serenidad embauca al público que se prende de su voz, pero no es suficiente. Como Laguna 500 años antes ante los universitarios, Meseguer decide dar un golpe de mano, tirar el tablero por los aires y seguir la partida según sus reglas y se convierte en la Madre Europa. Sí, en una acertadísima decisión dramática Ana Zamora, hace que Meseguer se convierta en la vieja madre de los países europeos y no, no es una madre cualquiera. Meseguer muta en una vieja lastimera a la que han abandonado sus hijos. Una vieja lastimera, teatrera, quejica y manipuladora. Una vieja decida a lograr el cariño, a obtener sus deseos. Una vieja tragicómica, adorable y excesiva, Una vieja que recurre a artimañas, guiños y suspiros. Una vieja decidida a que, por el fuero o por el huevo, la quieran. Celestinesca y sabia, trotaconventos y sensata. Dulce y grotesca, melosa y teatrera, sabe que no hay más solución que estar abrigados a su alrededor, lamiendo su teta protegiendo sus pasos.
Y el público da la razón a la vieja Europa, arrollado, ensimismado y boquiabierto por el impactante y apasionado tour de forcé de Juan Meseguer y rompe, rompemos, en aplausos para refrendar que ésta es una de las funciones de la temporada. Sin lugar a la menor duda.”
laultimabambalina.blogspot.com: “La Europa humanista en el Teatro de La Abadía”
José Luis González Subías, 16/08/2018
“Ana Zamora, encargada de la dramaturgia y directora del montaje, realiza un trabajo soberbio de adaptación y puesta en escena, orquestando un delicado mecanismo de relojería teatral donde todas y cada una de las piezas del conjunto encajan y funcionan al unísono, armónicamente: la voz y el gesto de un veterano actor, como Juan Meseguer, inmenso en su papel de Andrés Laguna y de la propia Europa; la exquisitez y el ingenio de un vestuario y un espacio creados por Deborah Macías, que cobran vida y auténtico protagonismo; o la música de aires renacentistas, interpretada en directo con instrumentos de la época por Eva Jornet e Isabel Zamora, impecables y necesarias comparsas que interactúan con el protagonista y se convierten en parte fundamental del espectáculo. Todo el montaje es un delicioso festival intimista al servicio de la palabra, que manifiesta su poder desde el instante mismo en que la propia Ana Zamora, antes de comenzar la función (o incluyéndose en la misma, levantando un nuevo filtro metateatral entre las palabras del doctor Laguna y nosotros), se dirige al público para explicarle el contenido y el sentido de cuanto va a escuchar y contemplar a continuación, leyendo un texto escrito para la ocasión por Miguel Ángel González Manjarrés, traductor asimismo del discurso, originalmente escrito en latín. Y esa ruptura de la cuarta pared se mantiene cuando Andrés Laguna vuelve a dirigirse a un auditorio donde se encuentran los principales príncipes europeos, en quienes se ha convertido ahora el público (partícipe ya de cuanto está sucediendo en este juego teatral), a quienes dirige su admonición y sus lamentos; y cuando lo hace la propia Europa, personificada alegóricamente por Laguna. Tema de absoluta actualidad al que da vida una arriesgada (y muy acertada) propuesta que cubre con creces su propósito. Nao d'amores vuelve a ofrecer con este montaje toda una lección de buen teatro, manteniendo su filosofía destinada a la recuperación del discurso dramático medieval y renacentista, y devolviendo a la escena toda la magia de su potencialidad primigenia, a caballo entre el juego y el arte”
masteatro.com: “O EUROPA, MISERA ET INFELIX!
Carlos Herrera Carmona, 15/04/2018.
“Osada y lírica, osada y combativa, osada y didáctica, osada y reivindicativa, osada y tierna es la nueva apuesta de Nao d’amores para zarandear memoria y presente del espectador, prevenirlo de lo venidero y colocarle ante el espejo infalible de la humanidad que es el teatro. Y surte efecto. Nao d’amores nos entrega el pasaje a bordo para viajar en su nave al fondo de la historia en su cándida máquina del tiempo y ofrecernos con delicadeza disfrazada de rabia y rabia disminuida con delicadeza una suerte de trayecto aéreo sobre la geografía de este nuestro continente que sigue ajado, saqueado y engañado sin visos de arreglo. El actor Juan Meseguer -soberbio, ya que él mismo nos da una lección de cómo interpretar convenciendo. Haciendo uso del bululú, sin casi pretenderlo o sí, Laguna y Meseguer toman a Europa literalmente como su segunda piel y lanzan su órdago/su discurso con empaque elegíaco, refrescado con aires de juglaría, sostenido y cimentado por su oratoria contundente, a veces atronadora, como un rey Lear enajenado con su corona de cartón que declama y reclama respeto por Europa a través de citas mitológicas, sermones apocalípticos y su voz -que es su barco- cuyas velas parecen seguir una de las lecciones aristotélicas como aquella de que saber es acordarse y que con este vapuleo histórico y humano logra que sepamos para no olvidar, este hábito amargo de nuestra sociedad hoy en día, la cual sabe que mirar atrás es convertirse en sal pero que lo hace cuando le conviene y mal. El acompañamiento musical y vocal, sutil y acertado en vivo y en directo arropa, alivia y abraza la declamación incesante de Meseguer/Laguna al tiempo que las intérpretes interaccionan con éste con sus voces y cánticos a fin de que su soledad no sea tan extrema desde su púlpito. Al asistir a este mezcolanza de lección teatralizada o de teatro aleccionador, la sensación es de una toma de conciencia absoluta, de un reafirmar por enésima vez que, si otorgáramos la voz y la palabra a nuestros eruditos pasados, la solución la recibiríamos en bandeja de plata: nada nuevo bajo el sol. Zamora no se olvida de la poética en el uso íntimo de la luz, en el uso divertido y entrañable del vestuario y en el uso de las piezas y efectos musicales que, en una modalidad casi infantil -por enternecedora- nos enseña deleitando la constelación enferma de este pedazo de mundo reumático y fanfarrón, vicioso y guerrillero, ampuloso y siempre bello que es Europa. Y como dijo Cicerón : “ Rem ten e, verba sequentur ” o lo que es lo mismo. “Ten el argumento, las palabras seguirán”. Laguna nos da lo primero y de nosotros dependerá si seguimos con las palabras o sin el escarmiento, míseros e infelices”.
todosalteatro.com: “a propósito de Europa”
Susana R. Sousa, 14/04/2018.
“En el pequeño escenario: un atril, un mural que representa Europa, dos músicos que interpretan piezas del siglo XVI, Eva Jornet e Isabel Zamora y uno de los mejores actores españoles de todos los tiempos. La compañía Nao d’amores, recupera, de nuevo, un texto fundamental de nuestra cultura en el que ya se hablaba sobre las heridas mortales de Europa. Un espacio íntimo en el que el espectador vuelve a un pasado que no fue mejor, para hacer una reflexión sobre un continente complejo y diverso. Meseguer habla por boca de Andrés Laguna, pero también lo hace por boca de Europa cuando se pone la corona a juego con el mapa estampado en su túnica. Una dramatización que mantiene al público pegado a la butaca, sin apenas respirar y que, al final, lo lleva a aplaudir con la fuerza que merece el montaje”.
diariocritico.com: “Llueve sobre mojado”
José Miguel Vila, 14/04/2018.
“La compañía Nao d'Amores, lleva ya 17 años rescatando textos y autores olvidados, o casi, que, sin embargo, han tenido una importancia capital en nuestra cultura, por unas u otras causas. Sus montajes son siempre un aldabonazo a la conciencia dormida de los españoles que, por una especie de conjuro secular autodestructivo, miran siempre hacia otro lado cuando se trata de ponderar su propia cultura. Aquí, Ana Zamora ha construido un espectáculo de carácter didáctico, pero sin restar un ápice de belleza ni rigor a su propuesta artística, utilizando la música -como en el resto de sus anteriores espectáculos-, no solo como ambiente sonoro de la puesta en escena, sino como elemento de significación fundamental en toda la acción dramática. Juan Meseguer, actor imponente, se desdobla en su interpretación como Laguna y Europa, y está acompañado durante la hora aproximada de duración del espectáculo, por dos músicos estupendos, Eva Jornet e Isabel Zamora, que interpretan piezas del siglo XVI en directo, utilizando también instrumentos reconstruidos de esa misma época. La teatralidad e imágenes que subyacen bajo las palabras de Andrés Laguna, son rescatadas por un extraordinario Juan Messeguer, que da una verdadera lección de utilización del habla, del cuerpo y del gesto, apoyado en las dos músicos que le acompañan y con quienes forma un tándem perfecto para extender la emoción y la teatralidad del contenido del discurso que lanza Laguna a esa serie de notables, cuya identidad se traslada ahora al público asistente. (…) Juego escénico al que, absorto y atónito, ha asistido un público que, al final, celebra con entusiastas aplausos la más reciente propuesta de Nao d’Amores. Una propuesta que, como todas, es tan deliciosa como imprescindible”.
doctorbrigato.blogspot.com: “Europa en Clásicos en Alcalá”
Gordon Craig, 16/08/2017
“Ana Zamora vuelve a indagar en nuestro pasado para dejar constancia de nuevo de cuan rico, fecundo y variado es nuestro patrimonio cultural y poner en evidencia a quienes con su incuria, ignorancia o mala fe pretenden menoscabarlo o manipularlo en pro de intereses bastardos. Estamos ante una estimulante y original experiencia estética, cifrada en unos códigos de representación que son ya marca de la casa y que incluyen un sugerente espacio sonoro y una ambientación colorista y naif, siendo precisamente una de las claves del montaje el empeño -de inspiración renacentista- por imbricar música y palabra en un único elemento significante. Así, la música, espléndida recreación de Alicia Lázaro, de partituras originales de la época, ejecutadas en directo por Eva Jornet e Isabel Zamora, se acompasa con las distintas fases del desarrollo de la pieza oratoria, subrayando algunos pasajes particularmente emotivos, fúnebres, festivos o burlescos, o acentuando siempre su ya de por sí marcada tonalidad elegíaca y paródica.
Respecto al espacio escénico, constituye un verdadero alarde de ingenio -que seguramente provocará la perplejidad de los puristas-, cómo se mimetiza el personaje de Europa con elementos de la propia escenografía, un curioso mapa antropomórfico del viejo continente flanqueado por dos columnas dóricas coronadas con sendas cariátides y modificado al efecto para añadir los elementos que configuran el universo simbólico de ideas y valores en que se sustenta el discurso del conferenciante. Y es que, Ana Zamora es una directora que proyecta sobre todo lo que toca una mirada limpia, penetrante, sabia, ajena de prejuicios y de intencionalidad doctrinaria; ingenua, en el mejor sentido del término, y capaz de contagiar esa ingenuidad a los espectadores y activar los resortes de una sensibilidad abotargada por el recurrente bombardeo de argumentos manidos y de estímulos anodinos cuando no directamente vulgares. Juan Meseguer, hace un portentoso trabajo de interpretación desdoblándose en las figuras de Europa y el conferenciante. Va desgranando sus razones y argumentos ora como el propio Andrés Laguna, ora como efigie de “Europa Regina” exhibiendo un extraordinario arsenal de recursos de la voz y de la expresión corporal para dar curso a las variadas modulaciones timbres y tonos que exige su discurso. Así transita con inusitada desenvoltura del tono sombrío y quejumbroso del exordio en el que describe la situación calamitosa del viejo continente a la mesura y seguridad con que apela a la cordura de los príncipes de la Iglesia, a la vehemencia con la que reclama el consuelo de la fe, o a la firmeza con la que denuncia los horrores de la guerra. Pero puede convertirse, asimismo, en una Europa lacrimosa que entona la palinodia de sus yerros, quejosa por la ausencia de hombres ilustres, desengañada, transida de dolor por quienes antes la cortejaban y ahora la abandonan a su suerte, o entusiasta y ufana en la descripción de los países y hermosas regiones que la integran. Oportuno, pues, el rescate de este texto en la era del “Brexit”, del azote desestabilizador del terrorismo islámico y de las tensiones interregionales avivadas por el populismo y los nacionalismos excluyentes de nuevo cuño. Arriesgada e insólita apuesta artística; todo un reto, y un estímulo impagable para la reflexión en unos tiempos en los que el debate público no brilla particularmente por su altura intelectual”.