Triunfo de Amor
de Juan de Encina
Ha llegado el momento. Nao d´amores, equipo artístico especializado desde hace catorce años en la investigación y difusión del teatro prebarroco, se enfrenta por fin a Juan del Enzina, el gran autor dramático del Renacimiento español, el más famoso, aquel que rompería los moldes del teatro cortesano condicionando toda la escena posterior.
Ha llegado el momento. Nao d´amores, equipo artístico especializado desde hace catorce años en la investigación y difusión del teatro prebarroco, se enfrenta por fin a Juan del Enzina, el gran autor dramático del Renacimiento español, el más famoso, aquel que rompería los moldes del teatro cortesano condicionando toda la escena posterior.
Triunfo de Amor es un espectáculo construido a partir de diversos textos dramáticos y músicas del que ha sido considerado patriarca del teatro español. Una dramaturgia que parte del ideario de su poema homónimo de juventud, para recorrer los grandes momentos de su segunda etapa creativa, aquella que integra las grandes églogas ya teñidas de influencia italiana de corte profano y humanista. Un espectáculo que, de alguna manera, refleja el paso del debate amoroso de tradición medieval, al que será el gran tema de la literatura renacentista: el poder del Amor.
Abordamos este nuevo proyecto desde el compromiso artístico que siempre ha caracterizado nuestra labor, resucitando un teatro que nos hace redescubrirnos en estas criaturas escénicas que, bajo la máscara del pastor, viven su pérdida de libertad subyugadas ante el poder de ese Amor que nos gobierna. Un Amor que destruye a veces de manera catastrófica, pero que también nos puede hacer mejores.
Ana Zamora
De la música del naciente teatro en castellano del Renacimiento quedan pocas fuentes directas. Salvo las pistas proporcionadas por el propio diálogo o las acotaciones, que nos remiten a canciones y estribillos, coplas cantadas y a veces danzadas, sin duda conocidas por los intérpretes – algunas son conservadas hoy en cancioneros - y realizadas seguramente con la práctica del contrapunto improvisado, en el que los participantes eran diestros. Añadir dos o tres voces a una melodía fijada, como puede ser la popular folía y sus variantes, era una práctica común entre los capellanes y músicos, cantores palaciegos, frailes y monjas, universitarios, o miembros de cofradías, que fueron seguramente los intérpretes de estas obras. Por eso cobra especial interés la obra de Juan de Fermoselle (1468-1529), que compone o adapta la música que cierra sus églogas y representaciones.De algunas de ellas conservamos fuente musical directa. Su estilo homofónico, o en pequeños diálogos de dos a dos voces, refleja perfectamente en notas la expresiva sencillez del contrapunto improvisado. Junto a la adopción de lo popular en los ámbitos cultos, y la claridad expresiva, son esas las características principales de los nuevos modos renacentistas que, por oposición a la complejidad del Ars Nova, se van imponiendo en los siglos XV y XVI. Creador, poeta, músico, viajero, Juan del Enzina es conocido hoy como músico tanto o más que como hombre de teatro. Desde la primera publicación moderna del Cancionero de Palacio, que realizó Barbieri en 1890 y que recoge un número mayoritario de obras de Juan del Enzina, la música de este autor ha tenido una difusión importante. |
Alicia Lázaro
Juan de Fermoselle, nació en 1468 y fue bautizado en la Catedral Vieja de Salamanca. En 1498, concurre a la plaza de cantor de la catedral que queda vacante tras el fallecimiento de Fernando de Torrijos, y que resulta finalmente adjudicada al que será el otro gran dramaturgo salmantino de la época: Lucas Fernández. A pesar de que ambos procedían de familias unidas por lazos de amistad, este hecho generará una violenta enemistad entre ambos, que los mantendrá inmersos en un pleito que quedará sin resolver durante años. Juan del Enzina, decide entonces abandonar la ciudad y aventurarse en un viaje a Roma, donde permanecerá varios años al servicio del Papa Alejandro VI y posteriormente de Julio II. En 1500 obtiene un beneficio sobre tres iglesias de Salamanca, y es nombrado arcediano de la catedral de Málaga. En 1519, cumplidos los 50 años, su vida toma un giro decisivo: se ordena sacerdote y va a Jerusalén donde canta su primera misa y cumple su visita a los más importantes lugares. Regresa inmediatamente a Roma donde, el entonces Papa León X, como dote por su acceso al sacerdocio, le concede el cargo de Prior en la catedral de León. Muere allí entre finales de 1529 y comienzos de 1530. Su cuerpo fue en breves años trasladado a Salamanca. Pocos años más tarde, en 1541, allí mismo debaxo del Coro se enterró su antiguo enemigo, Lucas Fernández. Juan de Fermoselle, nació en 1468 y fue bautizado en la Catedral Vieja de Salamanca. A finales del siglo XV surge una serie de dramaturgos a los que se suele agrupar bajo el epígrafe de Generación de los Reyes Católico Su obra dará nacimiento a un teatro rico y complejo, basado en la creación de nuevas formas dramáticas, que aunque hunde sus raíces en la tradición medieval y prerrenacentista, está ya dotado de significado propio. De entre todos esos autores, Juan del Enzina, poeta, músico y autor dramático, ha sido considerado el patriarca del teatro español. Fue creador muy celebrado y enormemente leído en su tiempo. Casi todos los escritos que de él nos llegan, son anteriores a su primer viaje a Italia. En 1496 se publica por primera vez su cancionero, que contiene casi toda su obra. Por entonces, cuenta 28 años. Su producción dramática está constituida por catorce piezas teatrales, casi todas denominadas églogas por su autor, excepto una calificada como representación y otra auto. Su teatro se nos ha trasmitido a través de dos vías:por un lado las ediciones impresas de su cancionero, que se suceden en los últimos años del XV y primeros del XVI y en las que se van acumulando nuevas piezas teatrales, y por otro lado pliegos sueltos impresos en esas mismas fechas o un poco más tarde. Es interesante ver cómo el teatro de Juan del Enzina, no surge de espaldas a la realidad, sino muy directamente relacionado con ella, partiendo de situaciones reales integradas en el vivir histórico de su tiempo. La dramatización de la realidad vivida y convivida por el autor y su público, en la que se conjugan realidad y ficción, supone una auténtica interpretación de la realidad. Enzina no se limita a sumarse al ceremonial cortesano para el cual escribe sus obras y repetir los esquemas. Les da una mayor entidad literaria y eleva su condición artística, consiguiendo un equilibrio entre las artes y un hecho dramático más complejo. Tiene Enzina en su lírica una doble vertiente: por un lado escribe poesía culta, artificiosa, al estilo de los cancioneros provenzales, pero por otra parte, Enzina nos deja composiciones que guardan la frescura de lo auténticamente popular. Son primorosos documentos de la graciosa tosquedad del medioevo injertada en la fina sensibilidad del poeta renacentista. Sus glosas, canciones y villancicos dejan su sabor de alegría y frescura, inseparable de su propia música. Este es el carácter que refleja también su obra dramática, y que le hace resaltar como una de las principales personalidades de la literatura dramática en castellano. |
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INTRODUCCIÓN
Ha llegado el momento. Nao d´amores, equipo artístico especializado desde hace catorce años en la investigación y difusión del teatro prebarroco, se enfrenta por fin a Juan del Enzina, el gran autor dramático del Renacimiento español, el más famoso, aquel que rompería los moldes del teatro cortesano condicionando toda la escena posterior.
DOSSIER
Ha llegado el momento. Nao d´amores, equipo artístico especializado desde hace catorce años en la investigación y difusión del teatro prebarroco, se enfrenta por fin a Juan del Enzina, el gran autor dramático del Renacimiento español, el más famoso, aquel que rompería los moldes del teatro cortesano condicionando toda la escena posterior.
Triunfo de Amor es un espectáculo construido a partir de diversos textos dramáticos y músicas del que ha sido considerado patriarca del teatro español. Una dramaturgia que parte del ideario de su poema homónimo de juventud, para recorrer los grandes momentos de su segunda etapa creativa, aquella que integra las grandes églogas ya teñidas de influencia italiana de corte profano y humanista. Un espectáculo que, de alguna manera, refleja el paso del debate amoroso de tradición medieval, al que será el gran tema de la literatura renacentista: el poder del Amor.
Abordamos este nuevo proyecto desde el compromiso artístico que siempre ha caracterizado nuestra labor, resucitando un teatro que nos hace redescubrirnos en estas criaturas escénicas que, bajo la máscara del pastor, viven su pérdida de libertad subyugadas ante el poder de ese Amor que nos gobierna. Un Amor que destruye a veces de manera catastrófica, pero que también nos puede hacer mejores.
Ana Zamora
Por eso cobra especial interés la obra de Juan de Fermoselle (1468-1529), que compone o adapta la música que cierra sus églogas y representaciones.De algunas de ellas conservamos fuente musical directa. Su estilo homofónico, o en pequeños diálogos de dos a dos voces, refleja perfectamente en notas la expresiva sencillez del contrapunto improvisado. Junto a la adopción de lo popular en los ámbitos cultos, y la claridad expresiva, son esas las características principales de los nuevos modos renacentistas que, por oposición a la complejidad del Ars Nova, se van imponiendo en los siglos XV y XVI. Creador, poeta, músico, viajero, Juan del Enzina es conocido hoy como músico tanto o más que como hombre de teatro. Desde la primera publicación moderna del Cancionero de Palacio, que realizó Barbieri en 1890 y que recoge un número mayoritario de obras de Juan del Enzina, la música de este autor ha tenido una difusión importante. |
Alicia Lázaro
Juan de Fermoselle, nació en 1468 y fue bautizado en la Catedral Vieja de Salamanca. En 1498, concurre a la plaza de cantor de la catedral que queda vacante tras el fallecimiento de Fernando de Torrijos, y que resulta finalmente adjudicada al que será el otro gran dramaturgo salmantino de la época: Lucas Fernández. A pesar de que ambos procedían de familias unidas por lazos de amistad, este hecho generará una violenta enemistad entre ambos, que los mantendrá inmersos en un pleito que quedará sin resolver durante años. Juan del Enzina, decide entonces abandonar la ciudad y aventurarse en un viaje a Roma, donde permanecerá varios años al servicio del Papa Alejandro VI y posteriormente de Julio II. En 1500 obtiene un beneficio sobre tres iglesias de Salamanca, y es nombrado arcediano de la catedral de Málaga. En 1519, cumplidos los 50 años, su vida toma un giro decisivo: se ordena sacerdote y va a Jerusalén donde canta su primera misa y cumple su visita a los más importantes lugares. Regresa inmediatamente a Roma donde, el entonces Papa León X, como dote por su acceso al sacerdocio, le concede el cargo de Prior en la catedral de León. Muere allí entre finales de 1529 y comienzos de 1530. Su cuerpo fue en breves años trasladado a Salamanca. Pocos años más tarde, en 1541, allí mismo debaxo del Coro se enterró su antiguo enemigo, Lucas Fernández. Juan de Fermoselle, nació en 1468 y fue bautizado en la Catedral Vieja de Salamanca. A finales del siglo XV surge una serie de dramaturgos a los que se suele agrupar bajo el epígrafe de Generación de los Reyes Católicos. Su obra dará nacimiento a un teatro rico y complejo, basado en la creación de nuevas formas dramáticas, que aunque hunde sus raíces en la tradición medieval y prerrenacentista, está ya dotado de significado propio. De entre todos esos autores, Juan del Enzina, poeta, músico y autor dramático, ha sido considerado el patriarca del teatro español. Fue creador muy celebrado y enormemente leído en su tiempo. Casi todos los escritos que de él nos llegan, son anteriores a su primer viaje a Italia. En 1496 se publica por primera vez su cancionero, que contiene casi toda su obra. Por entonces, cuenta 28 años. Su producción dramática está constituida por catorce piezas teatrales, casi todas denominadas églogas por su autor, excepto una calificada como representación y otra auto. Su teatro se nos ha trasmitido a través de dos vías:por un lado las ediciones impresas de su cancionero, que se suceden en los últimos años del XV y primeros del XVI y en las que se van acumulando nuevas piezas teatrales, y por otro lado pliegos sueltos impresos en esas mismas fechas o un poco más tarde. Es interesante ver cómo el teatro de Juan del Enzina, no surge de espaldas a la realidad, sino muy directamente relacionado con ella, partiendo de situaciones reales integradas en el vivir histórico de su tiempo. La dramatización de la realidad vivida y convivida por el autor y su público, en la que se conjugan realidad y ficción, supone una auténtica interpretación de la realidad. Enzina no se limita a sumarse al ceremonial cortesano para el cual escribe sus obras y repetir los esquemas. Les da una mayor entidad literaria y eleva su condición artística, consiguiendo un equilibrio entre las artes y un hecho dramático más complejo. Tiene Enzina en su lírica una doble vertiente: por un lado escribe poesía culta, artificiosa, al estilo de los cancioneros provenzales, pero por otra parte, Enzina nos deja composiciones que guardan la frescura de lo auténticamente popular. Son primorosos documentos de la graciosa tosquedad del medioevo injertada en la fina sensibilidad del poeta renacentista. Sus glosas, canciones y villancicos dejan su sabor de alegría y frescura, inseparable de su propia música. Este es el carácter que refleja también su obra dramática, y que le hace resaltar como una de las principales personalidades de la literatura dramática en castellano. |
FICHA ARTÍSTICA
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PRENSA
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